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Actualizado: 28 feb 2020 / 04:00 h.
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  • Andaluces festejando la votación del referéndum del 28-F. / Archivo El Correo
    Andaluces festejando la votación del referéndum del 28-F. / Archivo El Correo

Hace 40 años los andaluces fueron convocados a las urnas para que votaran cómo deseaban llegar a la autonomía, por la llamada vía rápida del artículo 151 de la Constitución –la que se le estaba aplicando a las llamadas nacionalidades históricas, Cataluña, Euskadi y Galicia- o a través del artículo 143 que era una forma lenta de progresiva descentralización, pensada por la Unión de Centro Democrático (UCD) -entonces en el poder- para el resto de las regiones españolas. UCD desarrolló una intensa campaña mediática, a través sobre todo de la radio y la televisión públicas –no existía televisión privada-, para que el pueblo andaluz no apoyara la fórmula del 151 pero los andaluces decidieron lo contrario.

El referéndum del 28 de febrero de 1980 fue una reacción sorprendente del pueblo andaluz contra unas pretensiones gubernamentales que –en opinión de diversos expertos- entraban de lleno en el agravio comparativo. Desde Madrid, se les exigió a los ciudadanos andaluces que para lograr la autonomía por el 151 no sólo deberían votar afirmativamente a nivel global sino que en cada una de las ocho provincias el sí tendría que alcanzar a, por lo menos, el 50 por ciento del censo de votantes. Sólo Almería no lo logró pero el problema se solventó después con el pacto PSA-UCD en Las Cortes mediante la aplicación del artículo 144 de la Constitución aprobada en 1978.

El papel del Partido Andalucista

El Partido Socialista de Andalucía (PSA)-Partido Andaluz, después llamado Partido Andalucista (PA), jugó por tanto un papel importantísimo que no ha sido reconocido en toda su importancia, entre otras causas por la estrategia del PSOE que fue hábil para granjearse la simpatía del pueblo andaluz y prácticamente monopolizar la idea autonómica de Andalucía. Recordemos que en 1980 el PA poseía grupo parlamentario propio en Las Cortes de Madrid con 5 diputados y 2 diputados en el Parlamento de Cataluña. El partido se disolvió oficialmente en 2015.

El citado artículo 144 indica: “Las Cortes Generales, mediante ley orgánica, podrán, por motivos de interés nacional: a) Autorizar la constitución de una comunidad autónoma cuando su ámbito territorial no supere el de una provincia y no reúna las condiciones del apartado 1 del artículo 143. b) Autorizar o acordar, en su caso, un Estatuto de autonomía para territorios que no estén integrados en la organización provincial. c) Sustituir la iniciativa de las Corporaciones locales a que se refiere el apartado 2 del artículo 143”. Su aplicación supuso la integración de Almería en el proceso autonómico andaluz, una Almería por entonces muy aislada del resto de la región porque, para empezar, en esa provincia apenas alcanzaba a llegar la señal del Centro Andaluz de TVE con sede en Sevilla.

El día que Andalucía se enfrentó a los deseos del poder
Estatuto de Cataluña.

Raíces inmediatas

El acontecimiento andaluz hunde sus raíces inmediatas en la II República (1931-1936) y en la guerra civil española (1936-1939). Entonces, Cataluña ya contaba con estatuto de autonomía desde 1932; Euskadi desde 1936 (ambos aprobados por Las Cortes) y Galicia lo había respaldado en referéndum en 1936 pero no llegó a entrar en vigor por el estallido de la contienda ese mismo año. Por su parte, Andalucía había debatido un borrador en Sevilla el 5 de julio del 36. Poco después comenzó la guerra.

Con este panorama no puede extrañar que tras la muerte de Franco en 1975 las tres zonas mencionadas en primer lugar se apresuraran a exigir su autonomía mientras que Andalucía no quiso ser menos y comenzó un movimiento social reivindicativo que llegó a su culmen con la manifestación del 4 de diciembre de 1977 –poco antes, en junio, habían tenido lugar las primeras elecciones libres con la victoria de UCD- y con la desobediencia andaluza del 28 de febrero al deseo de Madrid de que sólo gozaran de autonomía plena, en primer lugar, las que fueron bautizadas como nacionalidades históricas. Algunos políticos como Alfonso Guerra han manifestado que esta discriminación se debió al deseo de no inquietar más al ejército que –heredado del franquismo- veía con recelo el proceso autonómico.

El día que Andalucía se enfrentó a los deseos del poder
Estatuto de Galicia. 1937.

El problema persiste

Los problemas que persisten hoy en España y que se deberán tratar en la mesa de negociaciones que el gobierno está ya manteniendo con distintas fuerzas nacionalistas –sobre todo catalanas- tienen sus causas inmediatas en la II República y en el periodo franquista, pero nos llegan de más lejos en la Historia. El resultado de las negociaciones es muy incierto pero la realidad histórica las convierte en necesarias.

El día que Andalucía se enfrentó a los deseos del poder
Estatuto General del Estado Vasco. 1931.

La particularidad del andalucismo es que, como se puede leer en la breve declaración de la Junta Liberalista que acompaña a estas líneas, siempre ha sido de carácter solidario, no exclusivista ni supremacista. Y la particularidad y significado especial del 28F de 1980 reside en que una zona de España donde tradicionalmente –desde el siglo XIX- el “nacionalismo” ha sido políticamente marginal –como lo era el movimiento encabezado por Blas Infante- experimentara esa reacción contundente, rebelándose ante la postura de un gobierno central que ya había entrado en crisis tras la dimisión del entonces Ministro para las Regiones, Manuel Clavero Arévalo. El final de la UCD comenzó en Andalucía.

El día que Andalucía se enfrentó a los deseos del poder
Don Emilio Lemos Ortega, uno de los miembros de la Junta Liberalista, fundada por Blas Infante, junto a Ramón Reig, su biógrafo, en 1990. Era el último superviviente de la Junta Liberalista, murió en 1991 y la Junta le concedió la Medalla de Oro de Andalucía a titulo póstumo. / El Correo

No obstante, el problema nacionalista sigue ahí. En Galicia, a pesar de la fortaleza del PP, ya no tan sólida según los últimos sondeos, el BNG (Bloque Nacionalista Galego) crece en expectativas de voto a costa del PSOE y Podemos. En Euskadi, el PNV se consolida y en Cataluña ya sabemos de sobra sobre la presencia del nacionalismo, con facetas no precisamente agradables entre sus actuaciones.

El día que Andalucía se enfrentó a los deseos del poder
Los tres temas liberalistas.

A pesar de la innegable existencia de millones de ciudadanos partidarios de un país unido –en Cataluña son más que los votantes separatistas- e incluso de las corrientes que desde Portugal predican el entendimiento con España para formar una especie de Benelux, el tema nacionalista es tan crucial en España que –aunque no guste a círculos políticos muy notorios- es indispensable hacerle frente. Sin embargo, también se corre el riesgo de que, de no llevarse a cabo un acuerdo equilibrado para todas las autonomías españolas, surjan conflictos en otras zonas de la nación hispana y aquel espíritu casi perdido en Andalucía del 4 de diciembre de 1977 y del 28 de febrero de 1980, resurja con igual o mayor brío.