Cuando esté paseando por Sevilla, podrá observar un símbolo que se encuentra en muchos sitios, tales como fachadas de edificios emblemáticos, estatuas, coches de policía o incluso alcantarillas. Dicho símbolo es el NODO, un enigmático anagrama cuyo significado desvelaré al final de este post. Forma parte del escudo de la ciudad, el cual también podrá ver completo en diversos lugares; un emblema en el que además del NODO, están representados un Rey sentado en su trono y dos obispos a ambos lados.
Se trata de 3 personajes muy importantes en la historia de la ciudad. Comenzaré por el representado en el centro del escudo, el Rey Fernando III. Ha sido un monarca emblemático de la historia de España, ya que fue el responsable de unificar los reinos de Castilla y León. Y por supuesto importantísimo en Sevilla, ya que comandó las tropas cristianas que tomaron la ciudad islámica en el año 1248, tras un larguísimo asedio. De hecho, duró más de un año, quedando en la ciudad lugares que lo recuerdan, como por ejemplo la calle Campamento, en el barrio de San Bernardo, la cual hace alusión a uno de los lugares donde estaban instaladas sus tropas.
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Fue un hombre espiritual y de carácter bondadoso, llevando a cabo diversas acciones para paliar la situación de los más desfavorecidos. Tras una larga solicitud y presión desde Sevilla, el papa Clemente X lo proclamó santo en el año 1671. ¿Sabía que su cuerpo está momificado? Sí, debido a su santidad, o a un buen embalsamiento (usted podrá decidir la opción que más le guste), la urna se abre durante 4 días del año, durante los cuales fieles y curiosos pueden observar su cuerpo, todavía con su corona y vestido como un rey. También podrá admirar en una visita a la Catedral de Sevilla las dos llaves que le entregó el soberano musulmán Axataf el día de la capitulación, correspondiendo una a la población hebrea y la otra a la islámica.
Continuando con el escudo de la ciudad, podrá observar a ambos lados del monarca dos personajes con una mitra. Son los santos Isidoro y Leandro, dos conocidos arzobispos de Sevilla en el período visigodo. Nacidos en Cartagena en el siglo VI, desarrollaron la mayor parte de su vida en la capital de Andalucía. San Isidoro siempre está representado sosteniendo un libro, las famosas “Etimologías”; hombre sabio y un adelantado a su tiempo, fue un prolífico escritor que además llegó a reunir todos los ámbitos del saber de la época, creando la considerada primera enciclopedia de la historia. Su mejor retrato es, desde mi punto de vista, el que realizó Bartolomé Esteban Murillo para la Sacristía Mayor de la Catedral de Sevilla. Justo enfrente se expone el lienzo, también obra de Murillo, del tercer personaje del escudo de la ciudad, su hermano San Leandro. A buen seguro le impactará su mirada penetrante, relacionada con el espíritu aleccionador que llevó a cabo en vida, ya que fue uno de los mayores impulsores del catolicismo en la España visigoda.
Y finalmente, abordaré la frase anteriormente citada, o sea el NO-DO. La teoría más aceptada, o quizás la que más agrada por su simbolismo, hace alusión a un suceso acaecido en el siglo XIII. Es un juego de palabras, ya que entre las sílabas NO y DO se puede distinguir el símbolo del infinito, o una especie de 8. ¿A qué hace alusión? Pues resulta que Sancho, el hijo del rey Alfonso X el Sabio (a su vez hijo de Fernando), se hizo con el poder del reino poco a poco antes de que muriera su padre. Solo algunas ciudades se mantuvieron fieles al rey legítimo, entre ellas Sevilla. Precisamente a este hecho hace referencia esta historia, ya que el infinito es una representación de una madeja de hilo o de lana. Si se sustituye el 8 por madeja, tendríamos la frase No-madeja-Do, es decir, Sevilla no me ha dejado y ha permanecido fiel al rey todavía vivo.
Podría tratarse de una leyenda, pero lo cierto es que es una buena historia. También se podría discutir lo acertado o no de los personajes representados en el escudo, ya que obviamente representan una mínima parte de la dilatada historia de Sevilla, por lo que muchos ciudadanos hubieran preferido que fueran otros. En fin, mi objetivo no era discutir su idoneidad, sino satisfacer su curiosidad. De hecho, tras su visita a Sevilla le invito a crear su propio escudo, para que en su interior represente los personajes o lugares que le hayan marcado.