Opinión | Pensamiento Periférico
Moreno y Sánchez, nada es igual
La reforma de la financiación, que antes era una necesidad imperiosa para Moreno, se ha convertido en una amenaza para Andalucía que debe sacar a los ciudadanos a la calle
La última vez que Juanma Moreno estuvo en La Moncloa era julio de 2022. El presidente Pedro Sánchez lo recibió sonriente en la escalinata y ambos posaron, flanqueados por las banderas de España y Andalucía, sentados en sillones blancos impolutos. Sonrisas, bromas y un lenguaje corporal muy relajado que será difícil ver este viernes, cuando de nuevo se sienten cara a cara en el mismo lugar.
Hace dos años, el Gobierno informó en una nota oficial que habían hablado de eficiencia energética y energías renovables. Moreno ya llevaba como primera exigencia en su agenda la necesidad de cambiar el modelo de financiación autonómica. Cien reivindicaciones llevó el andaluz en la maleta y esa reforma, junto a la creación de un fondo de nivelación transitorio que compense a las comunidades peor financiadas, encabezaban el documento. Entre Moreno y Sánchez hubo sintonía sobre la energía verde y diferencias, cordiales, sobre la financiación.
En la agenda andaluza poco ha cambiado pero nada es igual con el Gobierno. La reforma de la financiación que antes era una necesidad imperiosa para Moreno se ha convertido en una amenaza para Andalucía, según advierte el presidente andaluz. Este mismo martes, en un foro en Sevilla ante relevantes empresarios de la ciudad, Moreno insistió en que los andaluces tienen que salir a la calle. Pidió "justicia" para Andalucía y avisó: "Es la sociedad la que se tiene que poner por delante".
El relato es épico. La conmemoración del 4 de diciembre de 1977, cuando Andalucía salió a la calle a pedir una comunidad en pie de igualdad con las históricas, País Vasco, Galicia y Cataluña, está en boca del presidente andaluz. Rememorar aquella hazaña que se atribuye el pueblo andaluz, que quebró la desigualdad entre comunidades de primera y segunda, brinda en bandeja a Moreno una poderosa bandera. Debe ser tentador reescribir un episodio tan emocionante de la autonomía andaluza.
La brújula orientada
Antes de que el PSC pactara con ERC una financiación singular para Cataluña a cambio de investir presidente a Salvador Illa y con el respaldo del Gobierno de Sánchez, el PP en Andalucía ya tenía la brújula bien orientada. Moreno captó rápido que a los andaluces no les duele la amnistía sino el bolsillo y el privilegio, el trato preferente a unas autonomías frente a otras. En la comunidad andaluza, gobernar en la confrontación da rédito. Al presidente más duradero de la comunidad (19 años), el socialista Manuel Chaves, le funcionó durante años con José María Aznar.
Moreno llega a Moncloa con vetos y líneas rojas. No habrá ni acto bilateral ni acuerdos que no sean para todas las comunidades. “¿Teme que la señora Ayuso se moleste por esa visita a Moncloa?”, le preguntó una periodista al presidente andaluz este martes. “Nadie se va a molestar (...)Todos creemos en que tenemos que tomar decisiones de carácter multilateral y con todos encima de la mesa pues no hay ningún problema y nadie se molesta”, contestó Moreno.
Antes de que la bilateralidad fuera el demonio, el Gobierno andaluz había pedido la reunión de la Comisión Bilateral de Cooperación Junta-Estado en reiteradas ocasiones sin éxito. Es una herramienta contemplada en su Estatuto de Autonomía. En el caso andaluz ese foro se ha reunido seis veces (2007, 2008, 2009 y 2011). Ninguna vez desde que Sánchez llegó al poder.
Desde 2018
Andalucía, una de las comunidades más perjudicadas por el reparto de fondos del actual sistema de financiación, junto a Murcia y la Comunidad Valenciana, lleva desde 2018, entonces la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, era consejera, exigiendo que se reforme el modelo actual y se compense a Andalucía. El presidente Moreno cogió esa bandera que le dejó Montero en bandeja.
Ahora el Gobierno de Sánchez, tras pactar con Cataluña, pone sobre la mesa esa reforma. Pero nada es igual. Moreno y Sánchez tienen una relación fría y sin comunicación fluida. Nunca el presidente socialista ha cuidado la interlocución con los presidentes autonómicos, ni siquiera de su partido, menos con los del PP. Andalucía se ha convertido en una china en el zapato del PSOE. Su principal granero ahora vota al PP. Sánchez ha vuelto al cole con ataques directos a Moreno en sus comparecencias. Los misiles del Consejo de Ministros apuntan a Moreno. Dos años después, poco ha cambiado y nada es igual. Todos gobiernan contra todos.
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