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Tribuna

Frente al silencio: lobby feminista y mainstreaming

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Pepa Violeta Pepavioleta
28 jun 2020 / 16:15 h - Actualizado: 28 jun 2020 / 16:17 h.
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  • Frente al silencio: lobby feminista y mainstreaming

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La gestión política post COVID-19 no ha tenido en cuenta la perspectiva de género como elemento transversal. España repite conductas imitadas en otros países, con acciones de confinamiento no articuladas para cubrir las necesidades de las mujeres. La falta de conciencia de género, no es una “imprudencia" puntual de un partido político desorientado ante una crisis mundial. La falta de conciencia de género, es la verdadera pandemia. Aquella que silencia la desigualdad y legitima la explotación de un grupo, para que los privilegios del otro se mantengan intactos, en cualquier contexto, incluso en el más catastrófico.

La mayor crisis sanitaria del mundo, el golpe más certero a nuestros privilegios de clase, el revés más duro a una economía deshumanizada... y después la muerte, el caos, el miedo y el silencio. Todo junto y en menos de tres meses, un virus ha puesto nuestras prioridades patas arriba y nuestra forma de relacionarnos también. Hacer frente a una crisis de esta características no está siendo tarea fácil para ningún país, somos conscientes de que no siempre tenemos las respuestas a todas las preguntas. Sin embargo, es alarmante como la gestión política del COVID, en la mayoría de los países fracasa y lo hace en cuestiones muy básicas: los cuidados (sanitarios y familiares) y la adaptabilidad forzosa de un sistema (que ya ha muerto) a un nuevo contexto que precisa de savia nueva. Cualquier parche nos vale, antes de enfrentarnos al duelo de un sistema primitivo que nos ha llevado a la extenuación. Seguimos aplicado las mismas estrategias erróneas, por eso volvemos a encontrarnos con las mismas respuestas equivocadas.

Las incongruencias del mainstreaming

El lobby feminista tiene una misión muy importante en esta crisis sanitaria y es la de trabajar a full para que a partir de ahora las políticas de igualdad permeen en toda la estructura política; para que las acciones puntuales se diseñen conforme a las necesidades de toda la población (las mujeres también somos ciudadanía) y los planes se ejecuten con la única intencionalidad de resolver problemas reales. Dotar de infraestructura a la sociedad para hacer frente a nuestro mayor reto: reconectarnos, crear redes y volver a empezar de cero... esta vez para hacerlo bien.

Los últimas décadas han sido claves para el movimiento feminista. Su repercusión en la vida social lo ha catapultado a ese espacio donde conviven todos lo movimientos de resistencia. Hemos conseguido convertir el feminismo en un fenómeno de masas, pero corremos el peligro de que este mainstreaming se nos vuelva en contra, si no empleamos precisamente nuestra influencia para reconducir la gestión de los recursos frente al COVID. Cuando hablamos de mainstreaming de género, estamos hablando de la importancia de hackear las políticas de igualdad que sólo se limitan a políticas específicas dirigidas a paliar los efectos de la opresión y discriminación que sufrimos las mujeres, sin actuar desde todas las políticas posibles. Para cambiar la estructura tenemos que poner el foco en el origen de la desigualdad.

Poniendo en práctica el mainstreaming de género

La sociedad debe ser conocedora de la necesidad de crear políticas desde la equidad, aún haciendo encaje de bolillos con la herencia patriarcal que nos deja inevitablemente el propio sistema desde el que partimos. Por eso, mantener una actitud abierta al diálogo se hace imprescindible para explicar los motivos de empezar a hacer política con conciencia de género y lo beneficios para toda la sociedad.

Se hace vital pues, para poner en práctica el mainstreaming de género, emplear como criterio de análisis el factor género, e interpretar la realidad con esa misma perspectiva. Ser conscientes de las relaciones de poder existentes. Las mujeres no somos objetos con problemas, más bien con necesidades e intereses no cubiertos. De tanto generalizar nos han ido borrando poco a poco. No es casualidad que cuando nos sacan de las sombras sea para retratarnos como eternos seres inconformistas.

El feminismo como lobby de presión, entra ahora en acción como grupo de influencia que debe auditar las acciones gubernamentales. Exigiendo responsabilidad desde el minuto uno, siempre y cuando se ignore nuestra categoría de ciudadanas, que suele ocurrir con frecuencia. Hacer buen mainstreaming de género necesita sí o sí de las organizaciones de mujeres, que canalicen todas nuestras necesidades para que la perspectiva de género en la gestión política se aplique con buen criterio y seriedad. El mainstreaming, supone un paso más y amplia la responsabilidad sobre las políticas de igualdad de género a todos los departamentos gubernamentales.

Sororidad y asociacionismo

Decía esta semana Amelia Valcárcel en redes que “ el sexo no se atribuye, se observa. Y el género se construye. Se hace mediante un largo proceso no exento de violencia. Es exigible seriedad a quienes llevan un ministerio: el feminismo no es su juguete”.

Una reflexión más que acertada de nuestra responsabilidad como mujeres de asociarnos y crear redes que nos hagan fuerte frente al gigante. Ahora lo llamamos COVID, pero mañana la amenaza podría llamarse de cualquier otra forma. Hemos vivido durante siglos presas del miedo e inseguras de nuestras capacidades innatas de supervivencia y resiliencia. Esta pandemia nos ha devuelto la confianza perdida y hemos recuperado nuestra fuerza femenina. Hemos sido capaces de poner en cuarentena las medidas adoptadas hasta ahora por el Ministerio de Igualdad y su rol político; y a pesar de que las políticas de confinamiento no hacen uso de la transversalidad de género, seguimos pensando que el estilo comunicativo colaborativo y sosegado de nuestras políticas es más beneficioso que el de sus homólogos hombres, tajantes e imperativos.

Las mujeres, seguimos sufriendo en mayor medida los embates del capitalismo neoliberal, las privatizaciones, la prostitución de un estado que ya de bienestar guarda poco... el triunfo de los mercados que nos quieren pobres y agotadas. Somos infraestructura invisible. Sin un asociacionismo feminista activo, la agenda política se acabará centrando en los intereses generales, que casualmente nunca coinciden con los nuestros. La riqueza que amasa el capital con ayuda del poder político, la crean hombres y mujeres esclavizados/as, devuelta en formato diezmo a sus aliados.

Pepa Violeta

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