Opinión

Juanmi Vega

Sevilla se encamina hacia el modelo de París

A priori, decir que Sevilla se encamina hacia el modelo de la capital de Francia podría parecer algo positivo, pero la realidad es que es todo lo contrario. Sólo coge lo malo.

La capital de Andalucía podría copiar la limpieza de París o las líneas de metro que atraviesan la ciudad, pero eso parece que no interesa tanto como emular la masificación turística.

Confieso que soy un enamorado de la ciudad del amor. He estado varias veces perdiéndome por sus calles y fuera del recorrido oficial de la ciudad. Mi rincón favorito siempre ha sido Montmartre. Lo veía como una fusión entre la calle Feria, el Pumarejo y la plaza del Museo los domingos.

Montmartre es un lugar donde se respira la creatividad. Es normal, pues este barrio fue la cuna de los impresionistas, con nombres tan importantes como Picasso, Van Gogh o Renoir, entre muchos de sus vecinos ilustres.

En ese barrio hay un sitio en concreto que me prendó la primera vez que estuve allí: la Place du Tertre. Si buscamos una similitud con Sevilla, como les he comentado antes, sería el Pumarejo fusionado con la plaza del Museo un domingo cualquiera: una plaza cuadrada llena de pintores vendiendo sus obras o haciendo caricaturas. Para más inri, los sábados, este barrio se transforma en una especie de Jueves, donde decenas de puestos venden antigüedades y cosas de segunda mano.

Alrededor de esta plaza había infinidad de bares pequeños donde tomarte un café disfrutando de las vistas, de la paz y la tranquilidad que daba ese lugar.

El pasado viernes quise volver a recordar ese sueño que pronto se tornó en pesadilla. Los bares pequeños ya no existen y se han transformado en restaurantes. La plaza no alberga pintores y sólo hay veladores y carpas donde los establecimientos hosteleros hacen su agosto todos los meses del año. Obviamente salí huyendo de allí.

Al ver esto reflexioné sobre el modelo que está copiando Sevilla. Ya no quiero ir a París porque han convertido una zona que era suya, de los parisinos, que vendía la esencia de la ciudad, en un parque temático. Un lugar donde podías sentirte como uno de ellos. A Sevilla le está pasando lo mismo. ¿Alguien recuerda cómo era el Salvador hace una década?

Dicen que quien fue a Sevilla, perdió su silla. Nuestro gran problema es que aquí tenemos sillas de sobra, pero sólo para el que viene de fuera. Algunas son metálicas y otras de madera. La mayoría con mesa y mantel, donde la botella de agua no baja de los 4 euros. Ni eso era Montmartre ni esto es Sevilla.