Cuevas y tesoros marinos en la sierra de Tejada y Almijara

Con grandes barrancos, a caballo entre las provincias de Granada y Málaga, son parque natural desde 1999 y un ejemplo de cómo la protección ha frenado el urbanismo

Image
Ricardo Gamaza RicardoGamaza
10 feb 2018 / 21:58 h - Actualizado: 10 feb 2018 / 22:26 h.
"Medio ambiente","Ecoperiodismo"
  • Río Chillar en la entrada de Nerja, parte de la sierra de Almijara y Tejada. / El Correo
    Río Chillar en la entrada de Nerja, parte de la sierra de Almijara y Tejada. / El Correo

La Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama guardan secretos en sus entrañas. Tal vez el más emblemático sea la cueva de Nerja, donde desde hace años, además de recibir cientos de visitantes diarios, se mantiene una investigación científica destinada a averiguar si en la cueva están creciendo las estalactitas o se están erosionando. ¿Cómo influyen los visitantes cuando entran a la cueva? ¿Cuántos visitantes entran? ¿Cómo varía el CO2 en la cueva? Los componentes orgánicos, la microbiología... ¿Puede afectar la cueva a las personas que entran, a su salud?

Actualmente entran a la cueva unas 500.000 personas al año, lo que la convierte en la más visitada de toda España. Y eso que ni siquiera se pensó, antes de su descubrimiento, que la Mina, como se la conocía en el pueblo, podía llegar a tener tanta trascendencia y convertirse en un foco de atracción de turistas. A finales de los años 60 esta gruta era sólo un divertimento más para los chavales de Nerja, que venían hasta aquí para coger leña, como recordaba Miguel Muñoz, que fuera descubridor de la cueva de Nerja: «Bajamos primero unos cuatro metros en vertical y llegábamos a lo que era la mina; teníamos una gatera a la derecha que caminábamos unos 40 metros con los codos y las rodillas y entrábamos en una sala muy pequeña desde donde partía una especie de tubo, una chimenea, y por ahí salían miles de murciélagos: uno alumbraba y cada vez que salía uno le arreábamos con un palo que lo dejábamos frito... eso era entonces como la play station».

Un día Miguel y sus cuatro amigos decidieron avanzar más adentro, para encontrar el lugar del que venían tantos murciélagos. Con una linterna llegaron a la sala de los Fantasmas y descubrieron esqueletos prehistóricos. «Cuando yo le conté a mi padre lo que habíamos visto me dijo: anda ya, que estás chalao. Al día siguiente le contamos la aventura a un maestro de escuela y nos dijo ‘un día de estos vamos a ir’. Yo recuerdo que cuatro días después nos acompañaron el maestro y una maestra. Después se enteraron en Nerja. Se hizo publicidad y al año la cueva ya estaba abierta al público».

Tal vez la de Nerja sea la mayor y la más conocida, pero no es la única de las grandes cuevas de la Sierra de tejeda y Almijara. Debajo de esta sierra hay túneles creados por el agua que, aunque subterránea, se hace omnipresente en estas latitudes. Esas cuevas, muchas veces desconocidas, condicionan la construcción de viviendas en un lugar donde se vivió desde hace décadas un boom urbanístico ilegal sin precedentes. Tal fue esa magnitud de segundas residencias que hizo necesarias nuevas autovías, que en muchos casos se construyeron a costa de arrasar el entorno.

De hecho en estos parajes naturales destacan la presencia de tres plantas en peligro de extinción, entre ellas el boj. Están protegidas a nivel europeo, nacional y autonómico. Ecologistas en Acción ya denunció la creación de autovías en el entorno. que destrozaban el hábitat principal de estas especies. La costa fue en los años 80 el gran atractivo que condujo aquí a los especuladores. Maro y Cerro Gordo, actualmente declarado paraje natural protegido, fue de hecho uno de los lugares más codiciados por su belleza y por la claridad de sus aguas. Sin embargo, la gran riqueza ambiental del Paraje Natural de Maro y Cerro Gordo se encuentra bajo sus aguas: las praderas de posidonia oceánica. Actividades ilegales como la pesca de arrastre –que se sigue produciendo– pone en peligro este gran patrimonio natural.

Las praderas de posidonia las forman dos fanerógamas marinas que son prácticamente imposibles de encontrar en otro punto del Mediterráneo. Son endémicas y aunque se encuentran en el Pacífico y el Atlántico, su principal población en el Mediterráneo está en este punto. Precisamente es la vegetación submarina la que ha favorecido la presencia de especies de ambos mares, Atlántico y Mediterráneo, en las aguas cercanas a Maro. Las fanerógamas, plantas de origen terrestre que han logrado colonizar estos fondos, han creado un manto verde que sirve de sustento y refugio a muchos organismos. Dentro de estas fanerógamas marinas existen dos especies: una es la posidonia oceánica, de distribución mediterránea, que en esta zona alcanza el límite de su distribución, de forma que aparece en forma de pequeñas manchas esparcidas por el sustrato arenoso. La otra especie es la zoostera marina, de origen atlántico, que en esta zona y delante de la playa del cañuelo es donde alcanza una de las poblaciones más interesantes del litoral andaluz.

Bajo el agua no hay que avanzar mucho para empezar a encontrar bancos de peces. Pero los peces no son los únicos pobladores de este paraíso subacuático: en estas aguas se pueden encontrar invertebrados de todos los grupos como estrellas de mar, erizos de mar, moluscos como la caracola, crustáceos como la langosta, el bogavante, balanos, corales, gorgonias... incluso a la zona se acercan cetáceos y tortugas.

Una riqueza biológica que convierten a Maro y Cerro Gordo en un lugar deseado por los aficionados al submarinismo. Una prueba de esta presión es que los clubes de buceo se han multiplicado en los últimos años y se han convertido en una actividad rentable, como indica Juan Jesús Martín, del Aula del Mar de Málaga: «Esta es una zona muy atractiva y desde que se ha dado un reconocimiento internacional vienen buceadores de toda Europa».