Medallas de Sevilla

José Luis Garrido Bustamante: "Si dejara el periodismo, me creería que ya no estoy en el mundo de los vivos"

El histórico periodista sevillano recibe la Medalla de la ciudad por su trayectoría profesional el Día de San Fernando

APS nombra socio de honor a José Luis Garrido Bustamante

APS nombra socio de honor a José Luis Garrido Bustamante / Fundación Cajasol

Victoria Flores

Victoria Flores

José Luis Garrido Bustamante ha puesto voz a alguno de los momentos más importantes de nuestra historia reciente. Fue él el único reportero que contó la constitución del primer Parlamento de Andalucía y el único que narró la visita del Papa Juan Pablo II a Sevilla y a El Rocío. Ahora, con 90 años, "como Curro Romero y el Maestro (José) Albero", recibe este jueves la Medalla de la Ciudad de Sevilla por su trayectoria profesional.

Garrido es "periodista de papel y de buenas voces". El sevillano aboga por narrar las cosas desde los sitios y defiende el mantra periodístico inglés de que "los hechos son sagrados y los comentarios son libres". "Yo he intentado siempre de escribir los hechos sagrados tal como se producían", explica, para sentenciar que "el narrador tiene que ponerse en el lugar del espectador y decirle al espectador lo que él no ve ni él interpreta y eso es lo que hay que decirle, por lo demás hay que mantenerse callado".

Locutor, presentador y escritor, a sus 90 años Garrido no para. Aunque ya está más que retirado, todavía escribe con cierta frecuencia para los medios de comunicación. "Es mi vida. Es lo que he hecho siempre y si dejara de hacerlo, pues no sé, me creería que ya no estoy en el mundo de los vivos", defiende. Garrido es feliz, se le nota cuando repasa su trayectoria profesional y vital, aunque asegura que su vuelo "está a punto de llegar al aeropuerto". Mientras, sigue volando, escribe para no pensarlo mucho y se ríe a carcajada limpia para quitarle importancia.

De economista a periodista histórico

Este mítico periodista está "dado de alta como economista" y llegó a esta profesión de casualidad. Su fuerte vinculación con su hermano Rafael, al que "Dios se llevó" con solo 32 años hizo que se acercara al periodismo y terminara incluso estudiando la carrera. Así, casi sin quererlo se convirtió en el cronista de una ciudad y de una época. "He hecho cosas que me convierten, sin pretenderlo yo, en un periodista histórico", reconoce.

He hecho cosas que me convierten, sin pretenderlo yo, en un periodista histórico

Su momento llegó un día cuando terminaba de grabar Estudiantina, un programa de radio universitario. "Se organizó un barullo terrible en la emisora y la gente gritaba: 'Pero será posible que nadie aquí hable francés", recuerda. Él era el único que se manejaba en el idioma del país vecino, aunque fuera "muy mal". No le importó a Manuel Hidalgo Nieto, director de Radio Nacional en aquel momento, a quien le pareció que tenía un acento estupendo y, con su voz "campanuda", le mandó a hacer el programa. Al día siguiente, en De todo un poco, en vez de su presentador habitual salió él. En ese momento el periodista se convirtió en "locutor excedente sin derecho a ocupar vacante". "Estaba más en la calle que dentro, pero bueno", bromea, aunque RNE terminó por ser su casa durante años.

Ahora lamenta que ya no hay tantas buenas voces como había antes por la falta de educación teatral y se enfada al explicar que ya no entiende nada de lo que dicen en las películas. "En la radio hay gente muy buena, imagínate tú a Carlos Herrera y tantos otros", señala, sin embargo, lamenta que hoy existen profesionales del micrófono y "usuarios del micrófono". "Se le ha perdido el respeto y claro, pasa lo que pasa", indica.

"¡Qué bien se llevan los pasos andando sobre los pies!"

Durante su vida profesional también ha escrito una decena de libros tanto de periodismo, como de Semana Santa. Para muchos cofrades, Garrido siempre será aquel pregonero que en 1990 ensalzó a los costaleros. "¡Qué bien se llevan los pasos andando sobre los pies, con las mecías cortitas y acompasado el vaivén!", decía hace ya casi 25 años el periodista ante el atril. La primera vez que se dio cuenta de la importancia que habían tomado sus palabras fue durante un ensayo de costaleros en Marchena, cuando uno de ellos comenzó a recitarlo al verle. "Me quedé de piedra, no sabía ni seguir, me quedé absolutamente bloqueado", rememora. Hoy rescribe sus palabras y ahora sí es capaz de seguir sus versos: "El paso se ve de lejos, que de cerca no se ve porque hay que ver el trabajo de los que pueden con él y las levantás de ensueño sin que se caiga un clavel".

Sus retransmisiones cofrades quedan todavía en el recuerdo de muchos. De hecho, algún amigo le ha dicho que está harto de escucharlo porque sus hijos no paran de ponerlo en casa. Su éxito se debía en parte a su compenetración con el realizador, Ángel Panero, con quien trabajaba siempre y quien era capaz de saber lo que Garrido le iba a pedir. "Hoy no se hace así. Hoy se hacen los comentarios desde el mismo estudio, o sea, están comentando lo que yo estoy viendo en mi casa, hay una diferencia abismal", sostiene.

La Medalla de Sevilla no es el primer reconocimiento que recibe Garrido en los últimos tiempos. Este mismo año, ha sido reconocido como miembro de honor de la Asociación de la Prensa de Sevilla y Salteras, municipio en el que reside desde hace años, le galardonó con el título de Hijo Predilecto Adoptivo y puso su nombre a una calle. "Sevilla, para superar a Salteras, me tiene que poner una avenida", comenta con guasa, para reconocer que es "una broma". "Es muy importante para mí, nunca pensé que me lo iban a dar", aclara.

En casa de los Garrido están de doble celebración, además de la Medalla que recibe el periodista, el Ayuntamiento también ha reconocido a la Banda de la Cruz Roja, de la que forma parte su nieto. Al escritor le faltan palabras para definir el orgullo que siente por el chico, que toca el tambor en la banda. Garrido se apresura a apuntar que el tambor es el único instrumento que suena de forma constante, mientras que los demás instrumentos "suenan a ratos".