Entrevista | Manuel Espiñeira Autor de 'Barrio. El fin de los corrales de Triana'

"Sentirse gitano en Triana era una especie de estatus nobiliario"

El autor investiga la historia de la expulsión y destierro de los más desfavorecidos del barrio, que estos días celebra su semana grande y defiende que el fin de los patios de vecinos del arrabal "es el primer proceso de gentrificación"

Manuel Espiñeira, autor de 'Barrio. El fin de los corrales de Triana'.

Manuel Espiñeira, autor de 'Barrio. El fin de los corrales de Triana'. / El Correo

Victoria Flores

Victoria Flores

Manuel Espiñeira ha dedicado toda su carrera profesional al mundo televisivo -en la actualidad es realizador en Canal Sur- y hace pocos años decidió sumar a su trayectoria la escritura con Barrio. El fin de los corrales de Triana (Alfar). El libro narra el destierro de los vecinos más desfavorecidos del arrabal a mediados del siglo XX en plena dictadura y va ya por su segunda edición.

Estos días, Triana celebra su Velá, la fiesta más antigua de Sevilla y una de las celebraciones más populares y queridas en toda Sevilla.

PREGUNTA. ¿Triana a día de hoy sigue siendo Triana?

RESPUESTA. Triana no se parece en nada. Aquella Triana se parecía más a un barrio rural o a un pueblo y esta es una parte más especial de la ciudad, pero no, no se parece absolutamente nada a la de esa época el flamenco los toros todo esto con Triana, sin embargo, queda quizá muy poco de esto en el propio barrio. Esas familias que eran flamencas que eran en muchos casos en la mayoría de los casos gitanos estaban asociadas también, no solo a esos terrenos artísticos, sino también a oficios que se perdieron.

P. Esta historia no es tan antigua como parece. Por Castilla o por Pureza se ven todos los cantaditos que traen los pisos turísticos y cómo el barrio también pierde vecinos hoy.

R. En el libro no digo esta palabra, pero en mi opinión el fenómeno que se describe, inspirado en unos hechos ciertos que ocurrieron entre los años 50 y 70, es el primer proceso de esa palabra que se inventó los años 60 en Londres: la gentrificación. Esa Triana anterior a los 50 era un barrio populoso que acaba de salir de la marginalidad, hace pocos años que está el puente o el muro de defensa y ya empieza a dejar de ser una zona que está apartada del centro. Está ya muy bien comunicada con el centro a través de los dos puentes y también con el Aljarafe porque ya el río se ha controlado y empieza a ser una zona apetecible para la clase media. Al borde de los 60 del desarrollismo es este grupo social el que va a tomar posesión de esas casas de vecinos que han dejado de disfrutar las clases pobres.

Fachada del antiguo "Corral de los Fideos" en Triana

Fachada del antiguo "Corral de los Fideos" en Triana / Jorge Jiménez

P. Disfrutar...

R. Padecer sería más apropiado.

P. En los corrales de vecinos se daban a veces condiciones infrahumanas.

R. El origen de los corrales está a unos casi un siglo antes y son casas solariegas, que acaban en manos de la burguesía. Era una zona con una presión migratoria muy fuerte por las obras de 1929 para la Exposición Iberoamericana y esa Triana de antes del 29 era una zona barata y relativamente cercana para los trabajadores. Las viviendas se llenaron de familias muy numerosas y los arrendatarios no invierten absolutamente nada en ellos porque también están caninos. La solidaridad y la hermandad entre los vecinos era algo muy extendido y era la forma de sobrevivir.

P. Esas relaciones no han trascendido con los años.

R. No pueden trascender porque obviamente han pasado 100 años. En estos patios las condiciones de vida, incluso en el mejor de los casos, eran muy diferentes a lo que nosotros conocemos como el confort de un hogar. Estamos hablando de una familia en una habitación, en aquel momento la separación era con una unos cordeles y unas mantas o unas sábanas que deberían los espacios. La zona de comidas era comunal, la zona de servicio era comunal, como la zona de limpieza. 

P. Quién sabe si con los precios del alquiler estamos volviendo.

R. Con el nivel de confort que tenemos hoy en día afortunadamente no registra. Si se compara con la situación de hoy en día y con esos pisos compartidos por habitaciones, efectivamente, sí. Al poner las cosas en inglés y decir coliving quizás dulcificamos la tragedia de una infravivienda. 

Al poner las cosas en inglés y decir coliving quizás dulcificamos la tragedia de una infravivienda

P. Hay una frase de los personajes que dice algo así como que la cama, la comida y el techo, no son suficientes.

R. Solo con eso no se vive. Una reflexión que debería de orbitar sobre el lector es realmente qué es un barrio. Un barrio es su gente. Cualquier persona que haya cambiado de barrio es posible que no recuerde tanto a los edificios como las personas: el quiosquero, el estanquero, el del bar, la persona que guarda la puerta del colegio o su vecino. Hoy en día no conocemos ni a los dueños de las propiedades que están al lado nuestro.

P. El modo de vida ha cambiado.

Interior de antiguo corral de vecinos en Triana

Interior de un antiguo corral de vecinos en Triana / Jorge Jiménez

R. En los patios, las habitaciones eran tan reducidas y acumulaban tanta gente que no había sillas. Era en el patio donde se socializa, donde se cantaba, donde se reía, donde se peleaban, porque había muchos niños y había muchas madres muy bravas con sus hijos, con las vecinas... Un libro que me ha inspirado mucho es la biografía de Juan Belmonte de Chaves Nogales y hay una escena que explica su madre fallece en Triana y las vecinas son las que la amortajan. Él ve desde una ventana como cuidan a su madre y como la peina. Ese sentimiento es un sentimiento más que de vecindad de responsabilidad y se ve en la novela con un niño que está criado por el patio atendido por el patio, que está con él para todo.

P. Esto hace que los barrios pierdan su idiosincrasia, ¿no?

R. Triana, salvo pequeñas excepciones, es muy similar a otros barrios. ¿Dónde podemos encontrar las diferencias de Triana? En las cosas que han cambiado poco, cosas que se siguen haciendo con muchísimas diferencias como la Semana Santa, las fiestas, todo lo que tiene que ver con lo religioso, que en esa época lógicamente vehicula la vida. Los ciudadanos de esa Sevilla pensaban en el año pensando en el portal de Belén, la Inmaculada, el Rocío, la Semana Santa... La novela empieza en la Velá y termina en un domingo de Resurrección.

P. Y se echó a una parte fundamental de la esencia del barrio, a los gitanos.

R. Mi madre, que se crio en Triana, me insistía en que nunca se ha distinguido entre ser o no ser gitano es decir, la gente se casaba, iba al colegio y tenía amigos gitanos. Ella me hablaba de que sentirse gitano en Triana era una especie de estatus, vamos a llamarle nobiliario, es decir que era un halago. Algunas veces lo han definido como una especie de nobleza dentro del barrio.

P. ¿Hay una idealización de la Triana de aquellos años?

R. Todos idealizamos la infancia. No quería reflejarlo en el libro porque hubiera dado pie a un malentendido, ya que, para algunos, estas viviendas están asociadas a la pobreza y la pobreza desgraciadamente, en muchas circunstancias, está asociada también a la delincuencia que en algunos de esos patios había. Es verdad que desde siglos atrás algunos malhechores, solían ocultarse en este tipo de patios entonces. Obviamente, se idealizaba, pero estamos hablando de unos hechos y una época que no están en las hemerotecas porque ellos no tenían nadie. No hay conciencia de lo que en ese momento era Triana más allá de unas estampas costumbristas, que en se podían reflejar en la figura del torero, de Carmen la cigarrera o del flamenco.