Plaza de Pamplona: la hermana, no tan chica, de la Monumental de Sevilla
El coso pamplonica reabre sus puertas y cumple su primer siglo de vida recordando la efímera existencia del inmenso recinto que inspiró Joselito a orillas del Guadalquivir
Joselito en la Monumental de Sevilla, coso que inspiró el pamplonica. / Álvaro R. del Moral
Álvaro R. del Moral
El 30 de septiembre de 1920 se celebró una novillada olvidada en la Monumental de Sevilla. El cartel anunciaba a Maera, Joseíto de Málaga y Facultades. Tenían que despachar un encierro de Rincón. El día antes se había celebrado una corrida de ocho toros en la que Rafael El Gallo, reverdeciendo laureles, había cortado dos orejas a un ejemplar de Pérez de la Concha alternando con Manolo Belmonte, Chicuelo y el joven Granero. El aspirante valenciano, precisamente, había tomado la alternativa la jornada anterior, el día 28 de septiembre, en la plaza de la Maestranza de manos del propio Rafael –vestido de riguroso luto-en presencia de Chicuelo y con toros de Concha y Sierra.
Nadie podía saberlo. Pero aquellos dos festejos otoñales, que completaban la oferta taurina de la propia plaza de la Maestranza, iban a ser los últimos que se celebraran en aquel efímero recinto levantado junto al barrio de San Bernardo bajo la inspiración de Joselito, el impulso económico del industrial José Julio Lissén, los planos de Francisco Urcola y la dirección arquitectónica de José Espiau. Se cerraba así una brevísima historia de sólo tres temporadas que nunca estuvo exenta de dificultades, llegando a celebrarse ferias paralelas a la misma hora, en las mismas fechas, polarizando la afición de Sevilla entre ambos recintos y sus estandartes toreros: Belmonte y el propio Joselito. En 1920, vencida la bicefalia, ambas plazas operaban bajo la misma empresa gestora sin que los festejos organizados en una y otra se solapasen.
En la actual avenida de Eduardo Dato de Sevilla, confundido con los modernos edificios de su acera izquierda, se conserva el único vestigio arquitectónico de aquel fugaz recinto. Se trata de una pequeña puerta cegada pintada de cal y ocre, rematada con un frontón neorrenacentista. Pertenecía al cerramiento exterior de aquella plaza de toros soñada por Gallito. El empeño le trajo muchos dolores de cabeza hasta el punto de sufrir una feroz campaña periodística –con Gregorio Corrochano a la cabeza de la manifestación- y el vacío de no pocas fuerzas vivas de la ciudad de la Giralda. El desenlace es sabido: aquel inmenso e innovador recinto de hormigón armado ideado para abaratar las entradas y, de una u otra forma, democratizar el espectáculo taurino no logró sobrevivir a su inspirador. Pero Joselito había vuelto a marcar otro camino al futuro del negocio taurino. La idea se acabaría materializando en otros edificios que no pudo ver terminados como la plaza de Las Ventas. Posiblemente, en Sevilla se había adelantado una vez más a su propio tiempo...
José había toreado su última corrida en aquella plaza que había osado desafiar a la mismísima Maestranza el 23 de abril de 1920 junto a su cuñado Ignacio Sánchez Mejías y su rival –y sin embargo amigo- Juan Belmonte. En el palco real destacaba la belleza de la reina Victoria Eugenia. Sólo quedaban tres semanas largas para la cita de Talavera de la Reina... La historia de aquella plaza empezaba a tener las horas contadas...
Al año siguiente, en 1921, no llegó a comenzar la temporada que se había programado. El coso fue clausurado por unos supuestos problemas de seguridad estructural, reeditando el argumento que ha había retrasado su estreno sólo dos años antes. Pero hay un dato más, desvelado por los autores de ‘Plaza de toros Monumental de Sevilla: la dignidad de un proyecto’ que subraya la guerra de intereses: los precios de las localidades de la Maestranza en 1921 se incrementaron un 25% con respecto al año anterior.
De Sevilla a Pamplona
La Monumental no volvería a abrir sus puertas. Mientras tanto, en Pamplona, ya se había decidido sustituir la vieja plaza decimonónica por un coso más capaz y moderno ubicado en el segundo ensanche de la capital navarra. Aquel mismo año de 1921, mientras la Monumental sevillana iniciaba la cuenta atrás para su derribo, Francisco Urcola recibió el encargo de levantar el nuevo coso pamplonica. Pero todo se acabaría precipitando con el incendio –no se sabe si intencionado- de la antigua plaza. No había mucho tiempo que perder...
La nueva plaza de Pamplona –la misma que ha llegado hasta nuestros días con algunas modificaciones y ampliaciones puntuales- estuvo lista en poco más de un año. El 7 de julio de 1922, hace justo un siglo, fue inaugurada por los espadas Saleri II, Juan Luis de la Rosa y Marcial Lalanda que despacharon un encierro de Vicente Martínez.
Una hermana pequeña
El aspecto exterior de la plaza revelaba su enorme parecido con la Monumental de Sevilla, haciendo suyas las mismas claves regionalistas que acompañaron la construcción del recinto de Eduardo Dato además del empleo pionero del hormigón armado. No dejaba de ser una copia en escala, ya que su aforo era notablemente más reducido que el del coso de San Bernardo. La diferencia más notable era palpable en sus localidades superiores.
El inmenso graderío descubierto del coso sevillano había sido sustituido en el caso del flamante coso pamplonica por unas andanadas cubiertas situadas sobre las localidades de palco. Si la Monumental de Sevilla podía albergar más de 23.000 espectadores, su hermana chica de Navarra rozaba las 13.000 localidades en su estreno. Hubo que esperar hasta 1967 para que el nuevo recinto se aproximara al aforo del primitivo. La reforma de Rafael Moneo, de alguna manera, retomaba la tesis de Joselito convirtiendo aquella andanada en un inmenso graderío que elevó el aforo de la plaza hasta rozar las 20.000 localidades .
La plaza de la Misericordia de Pamplona, hija del mismo impulso constructivo que la Monumental de Sevilla y heredera de aquellos postulados gallistas cumple cien años. Lo hará devolviendo la inconfundible jarana de los mozos en el festejo vespertino y engullendo esa impresionante serpiente matinal de corredores, mansos y toros bravos. El coso pamplonica es el verdadero corazón de las fiestas más universales de España. Un día tuvo una hermana mayor en Sevilla. A Pamplona hemos de ir...
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