Dice la editorial Kalandraka que este libro suyo es para niños a partir de ocho años, pero ese a partir habría que ponerlo bien destacado, en negritas, porque probablemente haya casos en los que sea una lectura adecuada para adolescentes y otras en las que quien se solace con su degustación sea una persona jubilada. Si en la mayoría de los libros infantiles la franja de edad del destinatario es una mera suposición, en el caso de Sueños de volar la incertidumbre llega tan lejos como pueda hacerlo la poesía que contiene, que no es solo poesía literaria en sentido estricto, sino sobre todo visual. Al empeño de la portuguesa Teresa Marques por componer un texto metaforico y decidido a ser profundo sobre la búsqueda del lugar al que llevan las alas del deseo y de la voluntad, su compatriota Fátima Afonso le ha dado un baño de belleza que es un auténtico desparrame de originalidad, sutileza, colorido, sencillez, delicadeza y sensibilidad. Si no fuese porque se quedaría uno sin libro, dan ganas de arrancar las páginas y enmarcarlas. Un planteamiento breve pero ambicioso, repleto de símbolos y destinado a fortalecer ciertos aspectos de la personalidad del lector que a lo largo de la vida serán muy provechosos, como la fantasía, la imaginación, la curiosidad, la reflexión (sobre todo, la reflexión), la serenidad y la capacidad de discernir qué cosas hay que meter en la maleta de la vida y cuáles es mejor dejar fuera.
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