Algo más de la mitad de los andaluces que están en edad y disposición de trabajar –población activa– se encuentran en paro, sumidos en el desánimo y por eso han dejado de buscar, tienen problemas de disponibilidad, cuentan con un contrato parcial pero desearían trabajar más horas o están contratados de forma temporal aunque no es la opción que han elegido. En resumen, el 53,2 por ciento de los andaluces activos (es decir, 2,2 millones de personas) están «en una situación de desempleo, subempleo o precariedad», frente al 40,2 por ciento a nivel nacional, lo que denominan «infrautilización» de la mano de obra. Y es incluso más preocupante para el segmento más joven, donde la precariedad y el paro alcanzan a casi el 90 por ciento de los menores de 25 años en Andalucía.
Son algunas de las conclusiones que arroja el informe Mercado de trabajo en Andalucía 2008-2018 elaborado por la asociación empresarial Cesur, que estima que si se sumaran las personas desanimadas –85.000 en la región– y no disponibles para trabajar –128.000–, se incrementaría hasta en 3,8 puntos porcentuales la tasa de paro andaluz.
Dos son los principales problemas del mercado laboral en la región: los parados de larga duración –que superan el medio millón– y el «uso intenso» de la contratación temporal, que ha repuntado en industria y construcción. Dos fenómenos en los que la comunidad andaluza se desmarca del comportamiento nacional.
Así, mientras que en Andalucía aumenta la cifra de desempleados que lleva más de un año buscando trabajo sin éxito hasta casi el 51,7 por ciento del total de parados (esto es, 504.757 personas), en el conjunto de España esta tasa de paro continuó reduciéndose, hasta situarse en el 49,8 por ciento.
Además, la tasa de temporalidad alcanza ya el 36,2 por ciento, diez puntos porcentuales superior a la media española. Los expertos que han elaborado este estudio ponen el acento en que «2018 ha comenzado de manera algo diferente» porque los últimos tres meses han supuesto «un ligero repunte», fruto de un «acusado» incremento de esta forma de contratación en el sector industrial y de un nuevo aumento en el sector construcción. «Este patrón, que no se observa en el conjunto del Estado, deberá ser vigilado en los próximos meses, ya que podría derivar en aumentos de la precariedad laboral en un sector que debería ser estratégico para Andalucía», advierten los profesores de Cesur, que califican de «preocupante» el avance de la contratación temporal en los trabajadores de edad avanzada, así como en el sector público. De igual manera, las mujeres son las que más sufren la jornada parcial sin ser su opción preferida.
Por otra parte, Cesur precisa que la comunidad ha perdido en los últimos doce meses más de 7.000 empresarios sin asalariados y casi 8.000 empresarios con trabajadores, descensos que se han producido sobre todo entre los más jóvenes y con estudios secundarios o superiores y en el sector de la agricultura y la industria. Por ello, la organización empresarial plantea que esta circunstancia en particular «debería ser objeto de un estudio detenido para diseñar estrategias de impulso de la iniciativa emprendedora, ya que son los que determinarán el futuro de la estructura productiva en las próximas décadas».
La industria andaluza llegó a perder en el periodo más crudo de la crisis hasta un 20 por ciento del valor añadido bruto (VAB). El primer trimestre de 2013 marcó su punto más bajo. Desde entonces, el sector industrial ha ido recuperando el brío perdido, hasta colocarse solo un cuatro por ciento por debajo de los niveles previos a la crisis. «Pero no solo ha sido capaz de recuperar gran parte del músculo perdido, sino que esta recuperación parece ser algo más intensa que la del resto de la economía». Aun así, el empleo industrial se sitúa hoy muy por debajo de los niveles observados en 2008, en concreto, casi unos 60.000 empleos menos que en el primer trimestre de 2008, un 18 por ciento menos. Los expertos de Cesur mantienen que el «carácter sostenido por más de tres años» del crecimiento de la actividad industrial es «lo que nos permite afirmar que Andalucía ha entrado en una fase de relativa reindustrialización», basándose en que mientras que en 2013 el peso de la industria andaluza en la economía era de un 10,7 por ciento, a principios de 2018 ha superado el 12 por ciento. No obstante, la recuperación no se ha sustentado sobre todas las actividades ni provincias de forma similar. Así, Sevilla y Málaga fueron las «menos afectadas» y de las 33 ramas, las más dañadas fueron la madera, minerales no metálicos (vidrio, cerámica y cemento), y la fabricación de productos informáticos, con caídas superiores al 60 por ciento, llegando al 80 por ciento en la industria maderera. De media, la producción industrial llegó a contraerse un 36 por ciento. Aunque productos informáticos y vehículos de motor se recuperaron mejor (124 y 60 por ciento, respectivamente), el avance ha llegado de las industrias extractivas, refinerías, agroindustria y aeronáutica.