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75 años despidiendo a la Giralda

Cuando Pastora pisó por primera vez la aldea apenas daba tres pasos seguidos sin la ayuda de su madre. Corría el año 1935. Ayer, a sus 74 años, despedía emocionada a su familia a las puertas de El Salvador, que se iban con la hermandad de Sevilla al Rocío después de una emotiva misa de romeros.
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el 16 sep 2009 / 03:27 h.

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"Yo he vivido esto desde chica y he visto crecer a la hermandad desde que empezó. Mi madre me daba el biberón conmigo vestida de flamenca y montada en la carreta de camino al Rocío. Ahora, lo que yo he mamado desde la cuna se lo inculca mi hija a mi nieta". Era el día grande para ella y su familia. Pero también para la hermandad del Rocío de Sevilla, su hermandad y la de los casi 2.000 peregrinos que ayer acompañaban por las calles del Casco Histórico al Simpecado de la corporación hispalense.

No se trataba de una salida cualquiera hacia las marismas, sino de la de Sevilla, y en su 75 aniversario. Es por ello por lo que, como bien apuntaba su hermano mayor, José Ramón Candau, en el compás de la Colegiata del Divino Salvador, "al ser un año especial, la carreta llevará durante todo el camino, tanto a la ida como a la vuelta, un cofre con las medallas de los once hermanos mayores que hemos tenido en la historia y que desgraciadamente ya han fallecido. Por lo menos, su recuerdo irá presente con nosotros en el Simpecado".

Pero la mañana iba de detalles. Pues al igual que el resto de hermandades, la de Sevilla también lleva en su carreta un cirio para homenajear a los donantes de órganos. En este caso se trataba de uno de los de la candelería del palio de la Virgen del Refugio de San Bernardo, que aún conserva los restos de la procesión del pasado Miércoles Santo. Precisamente fue una mujer, trasplantada de hígado, quien junto a su hijo colocó el cirio en la carreta del Simpecado tras finalizar la misa de la mañana, al tiempo que el coordinador del centro de trasplantes del Virgen del Rocío, José Pérez Bernal, se encargaba de recordar la necesidad de hacerse donante de órganos, porque también es "un gesto cristiano".

rumbo al rocío. El momento más emotivo y alegre a la vez llegó cuando el hermano mayor cogió el Simpecado y lo trasladó desde el templo hasta la carreta para que el prioste lo colocara. Acto seguido, sonó la Marcha Real que se intercalaba con los vivas de los hermanos y con los aplausos de toda la plaza de El Salvador. Para los romeros, era la señal para iniciar la cuenta atrás del camino hacia la aldea.

Los caballos encabezaban la avanzadilla hispalense. Tras ellos, más personas de lo habitual arropaban delante de los bueyes a la carreta del estandarte de Sevilla, la primera de las 27 que esperaban la salida desde primeras horas de la mañana en la Cuesta del Rosario. La primera parada obligada era la Plaza Nueva. Allí, en el Ayuntamiento, el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseín, en compañía de la delegada de Fiestas Mayores, Rosamar Prieto-Castro, ofrecía un ramo de orquídeas blancas a la ya exornada carreta, al son de las rumbas que cantaba el coro mientras algunos concejales se dejaban llevar tocando las palmas.

El recorrido continuó por la Catedral. Algunos turistas, sorprendidos por el colorido de las carretas y el cante de los peregrinos, tomaban fotos durante los pocos minutos en los que el Simpecado paró ante la Casa de la Provincia. A lo lejos, la Giralda, despidiendo a los romeros en el 75 aniversario de Sevilla.

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