Cofradías

A buen paso se nos fue el milagro de cada año en San Andrés

Ganando terreno, a paso largo, revirando, el gran barco de Los Panaderos avanzaba por Orfila cumpliendo la tradición que culmina el Miércoles Santo, el gran misterio de la Capilla San Andrés estaba otro año más en la calle, generando una expectación como solo ellos saben crearla.

el 17 abr 2014 / 00:10 h.

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Hermandad de Los Panaderos. / Foto: J.M.Paisano Hermandad de Los Panaderos. / Foto: J.M.Paisano

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Ganando terreno, a paso largo, revirando, el gran barco de Los Panaderos avanzaba por Orfila cumpliendo la tradición que culmina el Miércoles Santo, el gran misterio de la Capilla San Andrés estaba otro año más en la calle, generando una expectación como solo ellos saben crearla.

Lejos quedó el feo encontronazo del año pasado con La Lanzada, del que nadie hablaba. Porque más allá de cuitas humanas, lo que a esta hermandad le interesa recalcar es su plena dedicación a las obras de caridad, motivo por el cual ningún estreno relevante acompañó ayer a la cofradía.

Viendo salir Los Panaderos cada año surgen dos dudas, a cual de ellas de solución más compleja:¿Cómo es posible que el Prendimiento quepa en su capilla y pueda celebrar cada Miércoles Santo el milagro de reencontrarse con Sevilla? y otra no por mundana menos relevante, ¿por qué cada año, y puntualmente, se producen bullas de tal calibre e imposibles escorrentías de público de un lado sin salida a otro en el que la huida es aún más difícil?

Porque cuando Los Panaderos pone su cruz de guía en la calle, el centro es un hervidero, un museo sacro del más alto calibre que evoluciona a cámara lenta. El buen cofrade sabe que ver Los Panaderos a su regreso de la Catedral es uno de los placeres escultóricos de la noche;pero la devoción... y las ganas de afanarse en el mogollón y admirar la apuradísima y espectacular puesta en la calle de esta cofradía genera año tras año idéntica devoción cofrade en apenas un puñado de metros.

Luego Las Cigarreras hicieron el resto con sus sones para olvidar las estrecheces; pura alquimia la que la señera banda fue capaz de crear en conjunción con el misterio del Señor del Soberano Poder en su Prendimiento; imagen que una vez concluya la Semana Santa será centro de la restauración que llevará a cabo Enrique Gutiérrez Carrasquilla en su taller.

«Cuando tocan las imágenes pierden el carácter que las define», opinó alguien mientras veía el paso arriado. Ya se sabe que el arte sevillano también se transustancia en la capacidad para opinar de todo. Menos mal que mientras el Prendimiento era mecido camino de La Campana, donde entró de manera elegante, acaso menos festiva de lo que es habitual, todos enmudecieron ante la obra de arte que con su cuadrilla estaba cincelando el capataz Juan Manuel Martín Núñez. El palio de la Virgen de Regla llegó con celeridad y al ritmo que le imprimía Santa Ana de Dos Hermanas. En la esquina de Amor de Dios se le regalaron claveles blancos. Yasí, a buen paso, gustándose, meciéndola;se nos fue.

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