A un lado los ascensos de 1974 (Ferenc Szusza) y 1994 (Serra Ferrer) resulta revelador que cuatro ascensos verdiblancos en 30 años se han dado la mano casi al 100% con cambios de década... y al mismo tiempo (resulta prácticamente inexorable) han requerido cambios en equipo, estructura y plantilla.
En 1971, el Betis, de la mano de Antonio Barrios, subió como campeón de una Segunda que acababa de enterrar la división en grupos Norte y Sur. El equipo subió con superioridad absoluta pero después tuvo problemas en Primera con el reajuste de los métodos de Barrios. Se acababa de ir Quino al Valencia. Llegó Szusza, y el Betis se salvó... con tres cabezazos decisivos de Rogelio: a Sporting, Valencia y Granada.
Además, hubo una tarde sensacional de Pepe González y Antonio Benítez en el Camp Nou (2-2). En 72-73 no hubo remodelación, sino más ahorro, se bajó... y en el verano de 1973, Pepe Núñez empezó a gestar el gran equipo que iba a ganar la Copa del Rey de 1977. Trajo a Esnaola y Cardeñosa. Y Gordillo ya galopaba en los juveniles, con Pedro Buenaventura: en la Trinidad.
En 1979, ese gran equipo de la Recopa 77-78, que había sufrido un descenso aberrante en 1978... regresó a Primera tras pasarlas canutas a las órdenes de García Traid, primero, y León Lasa, después. Vino el ascenso en Heliópolis, en otra tarde agónica: 2-1 al Granada, goles de Benítez y Cabezas... y Lopera primando en Getafe.
En 1990, al equipo lo subieron entre Corbacho, Cardeñosa... y los goles de Mel. Como no hubo más gasto ni planificación, en 1991 volvió el batacazo. La historia del descenso en 2000, con Lopera, y el retorno de 2001, en Jaén (Del Sol, Chaparro), suena bastante más reciente. En 2011, ahí estamos. ¿Ha de ser así en cada cambio de década?