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Abilio Estévez, la vida en el ojo del huracán

El escritor cubano Abilio Estévez conoció Sevilla hace 20 años. Mantiene vivo el recuerdo de un largo viaje en tren desde Madrid y el momento terrible en que un soldado se quitó las botas en su vagón. El mes pasado regresó a la capital hispalense como escritor consagrado.
Foto: José Manuel Cabello

el 15 sep 2009 / 07:14 h.

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El escritor cubano Abilio Estévez conoció Sevilla hace 20 años. Mantiene vivo el recuerdo de un largo viaje en tren desde Madrid y el momento terrible en que un soldado se quitó las botas en su vagón. El mes pasado regresó a la capital hispalense como escritor consagrado, y en AVE, para presentar El navegante dormido (Tusquets).

De todo hace ya 20 años. Estévez (La Habana, 1954) vino aquella vez para cobrar el premio Cernuda que obtuvo su libro Manual de tentaciones. Pero fue su novela Tuyo es el reino (1999) la que le dio a conocer entre los lectores españoles como un fenómeno dentro de la siempre atractiva escena de la literatura caribeña. Estas buenas expectativas quedaron respaldadas con Los palacios distantes (2002), y vuelven a confirmarse ahora con El navegante dormido, una obra que se desarrolla entre la preocupación de unos vecinos que se preparan para resistir un devastador huracán hasta la memoria de Valeria, que reconstruye mentalmente aquellos sucesos desde su apartamento del West Side neoyorkino.

Pero como en las anteriores obras de Abilio Estévez, los protagonistas centrales son una amenaza que siempre es difusa e incierta, y un escenario habitado por atmósferas poderosas. "La parte más divertida de mis novelas es ir construyendo el escenario y a la vez los personajes. Hago una especie de ficha policial de cada uno e incluso dibujo el espacio para ver por dónde se van moviendo. Nunca pierdo el prurito de ser exacto", explica el escritor. "Creo que la atmósfera es el estilo. Y yo quiero lograr atmósferas como las de los libros que me gustan, que me saquen de mi vida cotidiana y me hagan sentir que entro en un espacio nuevo".

MIEDOS. Para los peligros que se adueñan de sus ficciones, el cubano tiene una explicación casi psicoanalítica: "Siempre he sido una persona con mucho miedo. En la oscuridad, por ejemplo, desde niño pensaba que había algo que me acechaba, pero no me asustaba imaginar fantasmas terribles, sino aquello que parecía inofensivo. Luego empiezas a vivir en una sociedad vigilada, con un gran hermano que te sigue todo el tiempo, y te suceden cosas dolorosas como que te metan en un calabozo bajo acusación de escándalo público sin saber por qué, que te llamen al timbre y no te atrevas a abrir, que la policía cite conversaciones que has tenido con tus amigos...", recuerda.

La pesadilla de Estévez en el turbio sueño del castrismo concluyó, pero muchas cosas siguen aflorando en sus narraciones.

Por suerte, la cubanía del autor también se manifiesta en la benéfica influencia de la tradición literaria de la isla, desde el barroco de Alejo Carpentier o Lezama Lima a las inquietantes creaciones de un Virgilio Piñera. Estévez también cita entre sus maestros a José Soler Puig, Borges, García Márquez -con el que ha sido frecuentemente comparado-, los cuentos de Cortázar o El obsceno pájaro de la noche de José Donoso.

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