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Aburridísima vuelta a la normalidad en una noche de toros para olvidar

Plaza de la Real Maestranza

Ganado: Se lidiaron seis novillos de Yerbabuena, bien presentados. El primero resultó soso y distraído; brusco pero potable por el izquierdo el segundo; desinflado el tercero; muy deslucido el tercero; noblón sin más el cuarto; brusco el quinto; manso total el sexto.

Novilleros: Fernando Adrián, de barquillo y oro, silencio tras aviso en ambos.Tomás Angulo, de marino y oro, vuelta al ruedo tras leve petición y vuelta al ruedo por su cuenta.Luis Miguel Castrillón, de tabaco y oro, palmas y silencio tras dos avisos.

Incidencias: La plaza registró más de un cuarto de entrada en noche agradable.

el 07 sep 2012 / 08:14 h.

Retomábamos el aire y la luz de la plaza de Sevilla después de un mes sin toros que se ha hecho largo. El trajín de hombres de luces por la calle Iris recuperaba su lugar y lo hacía en un día y un horario experimental que trataba de recoger la estela de las magníficas entradas registradas en los festejos de promoción que llenaron esos jueves de julio para alumbrar el nuevo valor de la cantera sevillana. La entrada, ésta vez, no se acercó a esos tendidos abarrotados pero anduvo muy por encima de los aforos registrados en los festejos picados de la primavera y el primer verano.

Abría cartel el madrileño Fernando Adrián, una estrella declinante que ilusionó en sus comienzos pero que navegó muy por debajo de aquellas expectativas despertadas no hace tanto. Adrián sorteó en primer lugar un ejemplar soso y distraído que se marchaba a su aire en los embroques con el que navegó faltó de rumbo y sin decidirse a meterse de verdad con él. Con el cuarto, un novillo noble y con cierta clase al que sólo había que enseñarle el camino mostró mejor compostura aunque siempre pecando de esconderse detrás de la mata, torear por las afueras y sin decidirse a dejar la muleta puesta para resolver las constantes distracciones del animal. De la espada, mejor no hablar.

El segundo en discordia era Tomás Angulo, ganador el pasado año del vestido que regala la Maestranza al triunfador del ciclo de promoción, que también pareció una sombra de sí mismo sin decidirse a cruzarse con el bonancible pitón izquierdo del segundo novillo de la noche. Brusco en sus inicios, tuvo mucho más que torear que la faena sin compromiso de Angulo, simplemente superficial y muy descolocado en todas las suertes a pesar de que sus deudos le jalearan todo sin justificación. Con el quinto, otro buen mozo, tampoco acertó a aguantar ni domeñar las violencia de las embestidas en una faena indecisa que no logró ni quiso pasar la raya. Entrando a matar resultó cogido dramáticamente y recibió una soberana paliza de la que, milagrosamente, no salió herido. La vuelta que se pegó por su cuenta sobró de todas todas.

El colombiano Luis Miguel Castrillón había logrado presentarse en Sevilla como sustituto de Pascual Javier, recientemente herido en Calasparra. Tuvo enfrente un tercero tan serio como distraído que le dio muy pocas opciones. Sólo tenía una arrancada aunque se dejó algo más -por decir algo- por el izquierdo permitiendo al menos enseñar que el sustituto venía mucho más preparado y concienciado que sus compañeros. Le quedaba el sexto, un ejemplar que sí le dejó templarse con el capote pero huyó hasta de su sombra en la muleta. Le costó un mundo echarlo abajo.

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