Cultura

Acento nostálgico en los jardines del Alcázar

el 16 sep 2009 / 07:26 h.

Una leve indisposición de Juan Sancho obligó a que en su debú en las Noches del Alcázar fuera sustituido (con más que solvencia) por Amaya Domínguez. Por fin ahora hemos podido disfrutar también del canto del tenor sevillano, retomándose el programa original, modificado en su día para adaptarse a la tesitura de la mezzosoprano, con el que repasamos la interconexión entre algunos de los compositores hispanos, románticos e impresionistas, de una y otra orilla del Atlántico.

El joven pianista Xoán Elías Castiñeira reincidió en los mismos defectos que apuntábamos en su comparecencia junto a Domínguez. Su tosquedad y su búsqueda infructuosa del perfeccionismo academicista, por encima de la creatividad interpretativa, malograron sus intervenciones solistas, especialmente en un Málaga de Albéniz definido por el caos y el desorden. Como acompañante mostró sin embargo mayor corrección y adaptabilidad.

Sancho comenzó su carrera entonando repertorio barroco junto a Les Arts Florissants o con Leonhardt y la Barroca de Sevilla. Quizás por esta formación su voz sedosa y aterciopelada posea una dicción tan sumamente clara, algo que se agradeció sobre todo en las 'Canciones negras' de Montsalvatge, cuya 'Nana' nunca antes nos había emocionado tanto.

Cuenta además con un gran talento para la escena y la elocuencia, pero acusa dificultad en los cambios de tono y el paso de la zona grave a los agudos. Para repasar un repertorio integrado por preciosidades tales como el 'Canto a Sevilla' de Turina o 'Las nubes' con las que el argentino Carlos Guastavino ilustró poemas de Cernuda, Sancho practicó un canto ligero y muy melódico, poniendo especial acento en la nostalgia que evoca una época pasada y un enclave tan maravilloso.

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