La pelea de los párrocos vascos por el nombramiento del nuevo obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, no ha dejado indiferente a nadie en Euskadi. La reacción general fue de crítica, por dar una respuesta política a un nombramiento religioso. Ayer el más claro fue el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, quien calificó de "insensatez" que el 77% de los párrocos de Guipúzcoa "crucifique" al nuevo obispo y afirmó que muchos sectores de la sociedad vasca han estado "infectados por la política".
Además, criticó que "se les está viendo la sotana" a aquellos curas que se negaban a oficiar funerales de víctimas de ETA, como en el caso Miguel Ángel Blanco, y arremetió contra los dirigentes políticos "que están actuando como Franco" al querer "quitar y poner obispos".
El Gobierno vasco, por su parte, se limitó a decir que corresponde a la Iglesia resolver sus discrepancias, mientras que el presidente de la AVT, Juan Antonio García Casquero, acusó a la Iglesia vasca de "definirse más por una labor política que por la labor pastoral".
