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Adhesiones quebrantables

La adhesión inquebrantable es algo que ha existido aquí siempre. Después de recorrer muchos de los vericuetos de la Historia fue, no hace tanto tiempo, un subproducto de la fidelitas romana pasada por el imperio hacia Dios con pragmáticas cohortes de "camisas viejas"; hoy recuerda el mundo tribal en el que Goscinny y Uderzo cernieron los episodios de Asterix y Obelix...

el 16 sep 2009 / 07:32 h.

La adhesión inquebrantable es algo que ha existido aquí siempre. Después de recorrer muchos de los vericuetos de la Historia fue, no hace tanto tiempo, un subproducto de la fidelitas romana pasada por el imperio hacia Dios con pragmáticas cohortes de "camisas viejas"; hoy recuerda el mundo tribal en el que Goscinny y Uderzo cernieron los episodios de Asterix y Obelix.

Vista desde fuera las declaraciones de adhesión inquebrantable causan risa porque inmediatamente viene a la mente el rosario de ocasiones en las que se han quebrantado pero, al parecer, esa vertiente chusca es invisible desde dentro y por eso se practica por igual en la izquierda y en la derecha aunque en ésta, últimamente, ha sido combinada con el espionaje de sicarios y otras artes menores y mayores de la felonía.

Ahora el atavismo hecho norma de obligado cumplimiento se centra en el próximo Secretario General del PSOE de Andalucía y no pasa un día sin que algún cargo público socialista busque la ocasión de dejar claro ante la prensa que el Presidente de la Junta es la persona más adecuada para llevar el timón. Hubiera sido muy distinto que hace años, incluso meses, alguien hubiese proclamado públicamente que Pepe Griñán tenía cualidades indiscutibles para sustituir en el partido a Manuel Chaves pero eso, naturalmente, hubiera podido dar a entender que se rompía la inquebrantabilidad de la adhesión entonces en vigor. La fidelidad es como la madre, no puede haber más que una.

Así que, para equilibrar la situación, surge otro polo en el extremo opuesto, patrimonio tradicional y exclusivo de la izquierda: en él se sitúan quienes opinan que esto no puede seguir así, armados de toda la carga teórica que prestan los siglos de socialismo utópico, científico, marxista, gramsciano y un largo etcétera. Con lenguaje parecido al del columnista de "Tienes un e-mail" algunos de éstos le explican al filósofo en tertulia improvisada que es necesario volver al territorio de los principios porque no se trata de esta o aquella persona, ni siquiera de rojos o azules sino que es todo el sistema lo que está caduco.

En Estados Unidos, por ejemplo -argumentan- los partidos tienen dentro de ellos mismos una masa crítica y, al margen de las organizaciones, hay miles de intelectuales y artistas que se posicionan ante los problemas por medio de los periódicos, las revistas, y ahora gracias a las redes sociales virtuales?

El filósofo piensa entonces en Noam Chomsky, en George Cloony y hasta en Bárbara Streisand en "Tal como éramos", activistas a pesar de estar sobre la cresta de la ola e, instintivamente, compara. Mirando hacia atrás sin ira coloca a la mayoría de estos voceadores de Gründisse pasados por agua en los casilleros que ocuparon hace años dando y recibiendo adhesiones inquebrantables.

Y se va. En el primer bar que encuentra pide una cerveza para seguir reflexionado sobre el Ser y la Nada en la historia patria: sobre Viriato, Indíbil, Boabdil, Hernán Cortés, Godoy y hasta sobre Serrano Suñer con quien tomó una mañana lejana café en el Laredo. La cerveza le ayuda a soportar la tórrida temperatura que alcanzó la perorata y, al mismo tiempo, a ser indulgente con la condición humana. Y reírse como si estuviera leyendo un episodio de la aldea de Asterix.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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