La colección de fracasos del Atlético en años pasados parece que no tendrá continuidad en éste. La confianza en el proyecto de Aguirre y la calidad de Agüero, Maxi y Forlán son claves en su resurgir. El planteamiento colchonero es distinto a domicilio que en el Calderón.
El Atlético de Madrid está presentando su candidatura para disputar la próxima edición de la Champions League. Ése es el objetivo, al igual que también lo ha sido estas temporadas atrás. El conjunto colchonero creaba muchas expectativas al inicio de cada campaña, pero el devenir de la competición las ha frustrado año sí año también.
En el comienzo del pasado verano el Atlético perdía a su buque insignia. La marcha de Fernando Torres al Liverpool de Rafa Benítez dejaba un gran hueco en la entidad, aunque a la misma vez reportaba 36 millones de euros, que han sido reinvertidos en hombres importantes como Forlán, Simao o Reyes. Sin embargo, en este aspecto no se encontraba el problema, ya que no se les puede reprochar a los dirigentes rojiblancos el hecho de no rascarse el bolsillo.
Quizás la clave haya estado en la continuidad del proyecto de Javier Aguirre. Pese a que la temporada pasada no cumplió los objetivos marcados, la junta directiva ha mantenido por primera vez en muchos años la calma y la confianza en un entrenador.
Esta campaña han comenzado antes que nadie, disputando la Intertoto como trampolín hacia la UEFA. De momento, su paso por Europa es firme. No obstante, el inicio de Liga fue dubitativo, pero tras una goleada al Racing en la cuarta jornada (4-0) remontaron el vuelo.
De medio campo hacia arriba el cóctel es temible. Una dupla atacante demoledora: Forlán y Agüero. Una relación de extremos envidiable. Por la izquierda Simao y Reyes, Maxi Rodríguez y Luis García por la derecha. Mención especial a Maxi, un crack. Bien secundados por el doble pivote formado por Raúl García y Maniche.
metamorfosis. El planteamiento colchonero cambia radiclamente dependiendo del escenario. En casa juega y deja jugar, los hombres de arriba exponen todo su potencial a la vez que quedan en evidencia todas sus carencias defensivas.
A domicilio es diferente, Aguirre junta las líneas en su campo y ahoga al rival a expensas de aprovechar la velocidad de sus delanteros en jugadas aisladas.
