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Al fin acabó ese maleficio inmemorial

Al fin. Aleluya. Ya era hora. Nos lo merecíamos. Toda una vida esperando un momento así, pues jamás en la historia la selección española había superado un cruce de cuartos de final, ni en una Eurocopa ni en un Mundial. Y nos tocaba. Nos echaron tres veces un 22 de junio y las tres en los penaltis.

el 15 sep 2009 / 06:48 h.

Al fin. Aleluya. Ya era hora. Nos lo merecíamos. Toda una vida esperando un momento así, pues jamás en la historia la selección española había superado un cruce de cuartos de final, ni en una Eurocopa ni en un Mundial. Y nos tocaba. Nos echaron tres veces un 22 de junio y las tres en los penaltis (Bélgica en el 86, Inglaterra en el 96 y Corea en 2002). Y en los tres partidos fuimos superiores al rival, como ayer ante Italia, la vigente campeona del mundo, que mostró desde el minuto uno mucho más que respeto al mejor fútbol de los nuestros. Tuvimos más el balón, buscamos siempre más el gol que ellos y creamos más ocasiones. Hubiera sido de una crueldad espantosa, de encerrarnos a todos en el psiquiátrico, volver a caer ante los italianos, que además contaron con la ayuda arbitral en varias jugadas polémicas: un penalti de Ambrosini a Villa no pitado y dos contragolpes cercenados por el alemán Fandel al ver a un italiano haciendo teatro por los suelos.

Todos nos hemos quitado una losa de encima que nos aprisionaba desde tiempo inmemorial. No hicimos el mejor partido del torneo, ni falta que hizo. Había que dejar fuera a los italianos, por lo civil o por lo criminal, y lo conseguimos al fin. La selección jugó con mucho temor y respeto porque de los azzurri nunca puedes fiarte, pero al final surgió Iker Casillas para arrebatarle a Buffon el cetro de mejor portero del mundo y ponerlo al servicio de la selección, con la que ha tenido muy pocas opciones de lucirse como hizo en la noche de ayer en la tanda decisiva.

Cierto que no hay nada ganado y no es momento de sacar pecho, porque pueden venir Arshavin o Pavlyuchenko -mucho ojito con los rusos, pese al 4-1 del primer día- y te lo parten. Los de Hiddink andan como motos y seguro que la semifinal del jueves nada tendrá que ver con lo de Inssbruck. No hemos ganado nada, cierto, pero nos hemos quitado un peso de encima que amenazaba con destruirnos. Ayer, en Viena, acabamos con un maleficio inmemorial.

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