Andalucía está a la cabeza de un sector donde la innovación y la investigación juegan un papel fundamental: el aeronáutico. Es la segunda región en volumen de actividad y empleo de todo el país. Y ello gracias a la participación de entidades que impulsan nuevos proyectos. La Corporación Tecnológica de Andalucía (CTA) es uno de estos agentes movilizadores.
La industria aeronáutica es una de las actividades con mayor valor añadido y tecnologías avanzadas. El futuro de este sector pasa por la búsqueda de nuevos materiales, de mejores calidades y de procesos más seguros y menos costosos. Por ello, el desarrollo de proyectos de I+D+I vinculados a la industria aeronáutica y auxiliar de Andalucía -región con una gran tradición histórica en este sector- contribuye de manera significativa a consolidarla como un polo aeronáutico de referencia en Europa, ya que fortalece su capacidad tecnológica y la cualificación de sus equipos humanos y técnicos.
Prueba de ello es que en 2007 -según recoge la Memoria Estadística del Sector Aeronáutico Andaluz realizada por Aertec en colaboración con la Fundación Hélice, dos entidades especialistas en aeronáutica- la inversión en I+D de las empresas auxiliares que operan en Andalucía en este sector creció más de un 7%.
El papel de la CTA. Esto ha sido posible gracias al apoyo e impulso de entidades, empresas y administraciones públicas que han convertido al aeronáutico en uno de los sectores estratégicos para la economía andaluza. La Corporación Tecnológica de Andalucía (CTA) -una Fundación privada promovida por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa en la que participan más de 130 empresas- es una de estas entidades.
Financia un total de quince proyectos de I+D+I del ámbito aeronáutico con más de 5,8 millones de euros en incentivos. Estos proyectos movilizarán, durante su desarrollo, una inversión de 22,62 millones de euros y la mayoría se ejecutará entre las provincias de Cádiz y Sevilla (principal foco de la actividad aeronáutica en la región).
En estos proyectos participan 19 grupos de investigación de las universidades de Cádiz, Córdoba, Granada, Jaén, Málaga y Sevilla. De hecho, el 28% del presupuesto de los proyectos se subcontrata a grupos de investigación universitarios, lo que garantiza la transferencia tecnológica Universidad-Empresa.
Así, estas empresas perciben ventajas de esta cooperación con el mundo universitario. Para ellas resulta útil aprovechar el conocimiento científico de alto nivel ya existente en la Universidad para aplicarlo a soluciones que diferencien sus productos y servicios y, en definitiva, las hagan más competitivas. De hecho, alguna de las empresas miembros de CTA han creado sus propias cátedras y otras líneas de cooperación estable con la Universidad. Es el caso de EADS, que ha creado una Cátedra de Estudios Aeronáuticos con la Universidad de Sevilla y la Universidad Carlos III de Madrid.
Y, por su parte, los grupos de investigación también obtienen ventajas de esta colaboración, ya que se habitúan a trabajar más enfocados al mercado y obtienen una fuente de financiación importante para dotarse de mejores recursos humanos y técnicos. Se produce pues un enriquecimiento mutuo.
