Javier Bardem ejerce de astro rey del nuevo universo, lineal y barcelonés, que Alejandro González Iñárritu hace girar en Biutiful, película con la que el actor ganó el premio al mejor actor en Cannes por un papel que le obligó a “quitarse hábitos hasta hacerse casi transparente”.
“Sólo tenía que rezar y entregarme”, resumió el actor al presentar la película en Madrid. Y el objeto de sus oraciones era Uxbal, el personaje que devora el filme y que no podía ser abordado desde otro sitio que no fuera “la pura honestidad”.
La gama humana que hasta ahora el realizador mexicano había distribuido entre tramas corales y tiempos alternos en Babel o Amores perros queda condensada en “un sólo personaje y un sólo punto de vista. Pero más que lineal, su estructura es circular”, describe Iñárritu.
Y es que todo gira al servicio de las habilidades interpretativas de Bardem. “Su trabajo es monumental”, sentencia. La película llega este viernes a la cartelera.