Sergio García lamenta una ocasión errada.
Dos partidos del Betis bajo Víctor Fernández han sido dos partidos clavaditos casi como dos gotas de agua: el equipo recupera a Emana, el equipo intenta implicarse, subir el ritmo, hacer fútbol moderno con creatividad, agresividad y movilidad... y el fuelle, el gas y el aire apenas duran media hora. Contra el Hércules, como en Córdoba, el Betis había cobrado ventaja al cruzarse el primer tercio de partido: justamente cuando vinieron las señales del desplome irreversible. Desde antes del descanso, y con excepción de algunos minutitos de arreones en la segunda, el equipo se ha mostrado doblemente incapaz de mantener el ritmo preciso ante rivales con cierta cualificación. No sabemos (puede dudarse) si, en caso de enfrentarse a rivales de Segunda B o Tercera, el Betis podría solucionar con mejor dosificación de fuerzas, sin quemar las naves.Goitia hizo paradas decisivas en el Nuevo Arcángel, Goitia hizo paradas decisivas ante el Hércules, que se marchó de Heliópolis dejando al Betis a años-luz de distancia: diez puntos más el cociente particular: once puntos reales. El ascenso empieza a ser una misión extraordinariamente espinosa para este Betis como una ascensión al Galibier, el Angliru o al Tourmalet. Imposible no es, pero ¿es posible con lo que ofrece el Betis actual? ¿Es una misión posible para Víctor la reconstrucción del equipo, en pleno maremoto? Y hasta ahora no hemos hablado de la roja a Emana y su previsible ausencia en Huelva...
El despido de Tapia llegó terriblemente tarde. El equipo estaba muerto. Va recuperando pulso, pero muy entrecortadamente, con cuatro milagrosos puntos sobre seis posibles. Faltan las constantes necesarias para ir con los de arriba. Necesitaría una pretemporada... y refuerzos: ambas cosas son inviables. Momento delicadísimo. Si Víctor Fernández subiera al Betis, quizá habría obtenido el éxito más sudado en su carrera profesional: atendiendo a lo que hay. Misión: ¿Imposible...?
