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"Cada cambio de versión ha sido un infinito sufrimiento"

Los padres de Marta confirman que encontrar el cuerpo y enterrarla les supondría "un descanso".

el 24 oct 2011 / 09:05 h.

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  • "Para mí sería muy importante, necesito recuperar lo que quede del cuerpo de mi hija, para seguir toda mi vida con la pena por lo que le han hecho". En la sala se hizo un silencio denso cuando Eva Casanueva describió cómo el no saber dónde está el cadáver de Marta ha causado a su familia "una tortura infinita". "Es tanto el dolor al que nos tienen sometidos que el hecho de que aparezca el cuerpo, aunque parezca absurdo, sería un alivio".

    A veces firme, a veces temblorosa y a punto de romperse, su voz fue recorriendo los recovecos del dolor: el cuerpo de su hija, la desaparición de su hija, la violación, poder enterrarla... El fiscal comenzó sus preguntas pidiéndole perdón por hacerle recordar el crimen, y la sala guardó un silencio asombrado al escuchar a la madre referirse a la muerte de Marta de frente, sin rodeos.

    Antonio del Castillo y Eva siguen en tratamiento psiquiátrico: él dejó de tomar las pastillas al año del crimen porque lo "atontaban", pero ella sigue medicándose. Ayer admitieron que los cambios de versión de Miguel han contribuido a aumentar este "infinito sufrimiento". "Ahora decía que la había matado, ahora que la había violado...", describía el padre, para explicar cómo cada nueva historia era un mazazo más duro. "Al principio mi marido me decía que a Marta le habían dado un golpe, que no había sufrido; luego tienes que escuchar que la violaron", decía la madre.

    Eva contó que su preocupación por la relación de su hija con Miguel venía de atrás, porque durante el mes y medio que estuvieron saliendo Marta estaba triste. Advirtió a su hija de que "el chico con el que estaba saliendo tenía el perfil de un maltratador: la puteaba y luego le regalaba"; Marta le había contado a su madre episodios de celos en los que Miguel "se liaba a patadas" porque no le gustaba la confianza de Marta con otros amigos, pero luego la esperaba con un peluche para pedirle perdón.

    Por eso, cuando Marta no volvió a casa después de decirle que había quedado con él, Eva lo llamó, "primero una llamada prudente", pero luego "por instinto" volvió a llamarlo "bastante enfadada". Antes incluso de pedir explicaciones al chico ya le había pedido a Antonio que "se acercara" al piso de León XIII. Y cuando su hermano Javier Casanueva le dijo, tras visitar la casa, que un vecino le había contado que esa madrugada vio a Miguel con una silla de ruedas, fue demasiado para ella: "Me derrumbé", admitió. Un abogado trató de preguntarle por las tres semanas que pasaron entre ese día y la detención de Miguel, pero Eva fue tajante: "Antes de las detenciones yo estaba en la cama, sedada".

    Mucho antes de todo eso, la noche del crimen, Eva había llamado hasta siete veces a Miguel desde su casa y varias más desde el móvil. "Estábamos locos por que cogiera el teléfono", explicó ayer Antonio del Castillo, que detalló ante el tribunal su periplo de esa noche, cuando el matrimonio comprobó que el teléfono de Marta no daba señal:volvieron antes de tiempo a su casa, donde Eva tenía los teléfonos de la pandilla de su hija; visitó hospitales, se presentó en el piso de Miguel y no vio luz, por más que llamó a las ventanas. Luego acudió a la comisaría a denunciar la desaparición sobre las 2 de la madrugada. Y a las 6.30, cuando los amigos de Marta y los padres de estos fueron a León XIII y volvieron convencidos de que había pasado "algo raro", la amplió.

    Antonio del Castillo dijo ayer que cuando detuvieron a Miguel pensó que "se iba a acabar la agonía, pero después vino una versión y otra". Hasta hoy, que continúa "desesperado" por saber qué le hicieron, dónde acabó su cuerpo. "¿Encontrarla mejoraría aunque fuera levemente su sufrimiento?", le preguntó el fiscal. "Mucho", respondió el padre.

    Miguel llevaba varios meses sin quedar con la pandilla

    Los amigos de Marta que la tarde del 24 de enero quedaron con ella en una plaza de Santa María de Ordás se extrañaron cuando la vieron llegar con Miguel Carcaño. Los tres chicos que testificaron ayer, en la cuarta jornada del juicio, coincidieron en que hacía varios meses, "desde octubre más o menos", que no sabían nada de Miguel. Habían perdido el contacto porque, según supieron, Carcaño "había empezado una relación con una chica de Camas y se había marchado a vivir con ella", dijo uno de ellos. Los jóvenes que desfilaron ante el tribunal coincidieron en la plaza una media hora con Miguel, Marta y el Cuco (que declara hoy). Luego se fueron y ellos tres se quedaron solos en la plazuela "donde solíamos vernos".

    La que también se extrañó de ver a Miguel fue una amiga de Marta, que esa tarde también quedó con ella porque la joven le iba a dar unos apuntes. La chica relató ayer que no conocía a Carcaño, pero Marta le había hablado de él en clase y sólo le dijo "que ya me contaría". Lo mismo le había dicho la joven a otra amiga con la que estaba chateando cuando Miguel acudió a recogerla. "Te dejo, que tengo que bajar que me está esperando Miguel. Luego te cuento", le escribió Marta. Esta chica definió a Miguel como "el típico niño chulo", mientras que de Samuel destacó que fue "la gran decepción, porque en una de las misas me llegó a abrazar y me dijo: tú tranquila que la vamos a encontrar".

    Los amigos de Marta también coincidieron en que cuando Samuel se unió a la búsqueda, a eso de las cuatro de la mañana del 25 de enero, "iba muy ligero de ropa para el frío que hacía". Los tres chicos coincidieron en que el Samuel "sólo llevaba un jersey fino" y que ellos llevaban puesto un chaquetón "y aún así teníamos frío". Estos chicos también estuvieron la noche en que Marta desapareció en el piso de León XIII, "no sé por qué fue el primer sitio al que nos fuimos a buscarla". Allí, levantaron la persiana del salón "y estaba todo oscuro y no se veía a nadie" pasadas las 02.00 horas.

     


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