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Caixabank no descarta vender la torre Pelli cuando acabe la obra

el 01 feb 2013 / 21:01 h.

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El extesorero del PP. Luis Bárcenas.
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Isidro Fainé ya ha subido a lo más alto de la torre Pelli. Y está encantado. Tanto que queda excluida, al menos por ahora, del enorme paquete de empresas participadas y activos inmobiliarios heredados de Cajasol que está puesto a la venta. El compromiso de Caixabank, dijo ayer su presidente, es concluir las obras, espantando, así, cualquier operación de venta de este complejo de oficinas. ¿Y después? "Ya se verá", respondió. Primero, terminar; más tarde se determinará quién comercializa el edificio, si la propia entidad financiera o una compañía de servicios, pero sí está claro que malvender el complejo en estos momentos, "no". Se trata de una fortísima inversión que, opinó, cabe recuperar porque el rascacielos y las instalaciones asociadas tienen una amplia proyección económica. Fuera pesimismo, pues, respecto a la rentabilidad futura.

El banco catalán presentó sus resultados de 2012 en Barcelona. Rueda de prensa a lo grande. Más que nunca. 170 periodistas nacionales e internacionales. En los habituales corrillos con la prensa, Fainé despejó las dudas sobre la torre Pelli, y de sus palabras no se dedujo precisamente que este edificio constituya un marrón. Se asume el proyecto y se ejecuta. Y punto. No está el mercado inmobiliario para adjudicar esta propiedad a un tercero perdiendo dinero. Son nada más y nada menos que 350 millones de euros de inversión inicial, un pastón en estos tiempos que corren, aunque buena parte ya se desplegó incluso antes de la absorción de la caja sevillana en agosto pasado.

Sin embargo, una vez completada, allá por el mes de mayo de 2014, si no hay más contratiempos, en el qué hacer con el rascacielos caben todas las posibilidades. Desde venderlo hasta mantenerlo en propiedad; desde comercializar por iniciativa propia sus oficinas, hotel e instalaciones variopintas (entre ellas, tiendas, cafeterías, restaurantes, mirador o parking) o que sea una empresa de servicios la que se encargue de esta tarea. Nada se descarta en Caixabank. Queda un año largo por delante, y para entonces en el banco catalán hay, sí, meridiana confianza en que se produzca una recuperación de la economía, del empleo, de la empresa y del consumo.

"Este año, 2013, posiblemente será mejor que el que dejamos atrás". Isidro Fainé consideró que, con las reformas económicas y financieras emprendidas, el horizonte comienza a despejarse aunque la travesía, matizó, aún será dura porque realmente no habrá un final para la crisis hasta que haya recuperación del empleo. Pero teniendo presente la complicadísima coyuntura de 2012, ejercicio, en el que, además, se digirió en agosto ese morlaco llamado Cívica y en noviembre se acordó la integración del nacionalizado Banco de Valencia, las cuentas de Caixabank fueron satisfactorias, y ello pese a caer el beneficio neto un 78,2%, hasta los 230 millones de euros.

Y no podía ser de otra forma. La entidad tuvo que destinar a saneamientos y dotaciones -es decir, a compensar créditos fallidos y engordar las reservas frente a imprevistos préstamos de dudoso retorno-10.229 millones de euros, de ellos 4.550 por ajustes de valoración en la cartera de Cívica (Cajasol, Caja Navarra, Caja Canarias y Caja Burgos). Esta última cuantía, la de 4.550 millones, superó en 700 millones el cálculo inicial. Traducción: el agujero del absorbido grupo de cajas era aún mayor del esperado.

El vicepresidente y consejero delegado de Caixabank, José María Nin, sostuvo que la integración de Banca Cívica ha sido el más rápido de cuantos procesos de fusión bancaria se han producido en España. Se registró la adquisición en agosto pasado y en julio próximo se habrá finiquitado. Lo más complejo, la migración tecnológica, es decir, una plataforma informática común que permita una sola operativa, se selló en Cajasol a mediados de diciembre, y al cerrarse 2012 el 80% de sus activos estaban integrados. ¿Para cuándo el 20% restante? En abril.

Nin presumió de posición de liderazgo en España. Y el mapa autonómico que presentó no era para menos. Como promedio del Estado, 14,6% de cuota de mercado en volumen de negocio (esto es, suma de créditos otorgados y depósitos captados), siendo los porcentajes máximos del 39,6% en Navarra, el 30,6% de Cataluña, el 28% en Canarias y el 17,8% en Andalucía. 12,9 millones de clientes. Son 2,5 millones más en un solo año. Y un dato más para hacerse idea de la dimensión conseguida por la entidad, espoleada por el crecimiento interno pero, sobre todo, por el proceso de reestructuración de las cajas de ahorros: una de cada cinco nóminas y pensiones españolas se encuentra en Caixabank.

Y con ganas de seguir creciendo. "No podemos dar por concluida la reestructuración en España", afirmó Fainé, palabras que presuponen la disposición del banco catalán a participar en otras operaciones corporativas. Ningún detalle más. Pero a la vez, advirtió José María Nin, "ni un solo gramo de grasa".

Se mantendrá una "estricta" gestión de los costes, con "cero desvío" sobre lo planificado, hasta que todas las cajas integradas funcionen "bajo el estándar" de La Caixa. Léase: que la integración obliga a eso que llaman reducción de la capacidad instalada, que no es otra cosa que cerrar oficinas, sea por duplicidad, sea por casamiento de sucursales. Fuentes sindicales hablan de casi cien clausuras en el caso de la provincia de Sevilla, y unas doscientas en toda Andalucía. Desde la entidad no precisan. En el diseño del mapa comercial todavía se trabaja, arguyen. -->-->

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