Más allá de los cambios éticos y hasta estéticos que han distinguido la actitud del actual Gobierno vasco con respecto a los anteriores después de cada atentado terrorista y más allá del modo en que ha respondido el PNV, hay un factor que no ha cambiado en el País Vasco: la gran labor de las Fuerzas de Seguridad del Estado.
Como contábamos ayer, ETA sigue sumida en su delirio y ahora planea treguas temporales de hasta seis meses en Euskadi para ir valorando, de forma periódica, cómo se desarrolla su supuesto proceso de liberación. Mientras esto ocurre siguen cayendo criminales en manos de policías y guardias civiles. Aquí no hay un antes y un después. Desde que hace una semana muriera Eduardo Puelles, ya han caído otros seis etarras, tres de ellos integrantes de un comando listo para matar. Ojalá que pronto sigan su misma suerte quienes acabaron la vida de este inspector de la Policía. No les queda otra.
