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Crían caracoles de medio kilo en Aznalcázar

No hay que hacer ninguna encuesta para descubrir que en Sevilla gustan mucho los caracoles como tapa de primavera. Pero se trata de esos caracoles de toda la vida, cuyo tamaño mayor se encuentra en la modalidad de los burgaos. ¿Y si fuera caracoles de medio kilo? Un vecino de la barriada sevillana de Rochelambert, aunque natural de Guinea Ecuatorial, quiere criarlos en Aznalcázar para su comercialización porque, como él dice, son "un manjar exquisito".

el 06 oct 2010 / 17:00 h.

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Ndongo Asama muestra un ejemplar tan grande como su mano.

Ndongo Asama llegó a Sevilla después de formarse en Madrid como biólogo, gracias a una beca, en 1968, justo el año en que Guinea Ecuatorial, su país de origen, dejó de ser colonia de España y consiguió la independencia. Se quedó para siempre, trabajando en varios municipios como pionero en el cultivo de plantas tropicales. La idea de criar caracoles gigantes vino luego, pues se trata del molusco que mejor se desenvuelve en hábitats artificialmente creados. En Guinea, especialmente en su región insular, este caracol que pesa por lo general 200 gramos y que alcanza hasta el medio kilo se come cotidianamente como aquí consumimos las cabrillas. Hay tantos, que a veces constituye toda una plaga que hay que retirar de los campos. Se retira y no se extermina porque va directamente a la cocina.

Para su crianza, precisa de un clima especialmente húmedo, y esas condiciones son las que pretende crear en un invernadero que ya tiene instalado en Aznalcázar, donde introducirá, en un principio, 20 ejemplares de esta especie que, científicamente, recibe el nombre de achatina fulica y puede alcanzar los cinco años de vida. Si no se come antes, claro, porque en sólo cinco meses alcanza un tamaño mediano.

Dos decenas de estos caracoles no parece un número significativo, pero si se tiene en cuenta que cada uno de ellos, hermafrodita, pone entre 100 y 150 huevos y que prácticamente todos sobreviven, a la vuelta de un ciclo nos encontramos con más de 2.000 ejemplares. Su alimentación no reviste complicación porque "es un carroñero, come cualquier cosa", según su promotor, aunque tiene sus preferencias: "Le gusta sobre todo la lechuga y el tomate".

La idea es instalar un invernadero en Aznalcázar para criarlos con escasa iluminación y suelo convertido en barrizal para que el molusco se entierre. Si la comercialización primera es un éxito, "ya vendrán los grandes cocineros de este país a proponer recetas diversas", vaticina.

¿Por qué en Aznalcázar? En principio, la recreación de un clima concreto en el interior de un invernadero podría llevarse a cabo en cualquier parte, pero asegura que en todo el Aljarafe, y especialmente en el entorno del parque natural de Doñana, existe un microclima subtropical que propicia especialmente la crianza de estas especies.

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