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De San Juan de la Palma a la Muralla

Empieza entre la Casa de los Poetas y la iglesia, para irse ensanchando hasta la muralla de nuestra imaginación.

el 06 sep 2012 / 20:30 h.

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A la izquierda, el óleo en propiedad de un coleccionista de Texas, a la derecha una obra idéntica del Palacio Pitti de Florencia.

Es la calle Feria, que se va ensanchando como un río desde las estrecheces del cruce de San Juan de la Palma con Viriato, allí donde precisamente, en la esquina de la calle Regina, está un bar de esos de barrio de toda la vida, de toda la vida de tascas de mostrador de acero inoxidable, años sesenta del pasado siglo, máquina de café que llama desde la barra y donde empieza esta calle río que irá abriendo su cauce hasta las anchuras de su segundo tramo. No corramos, esquina de Viriato, el héroe que casi nos deja sin armaos, allí, con el nombre del guerrero de la Lusitania, un nuevo bar, moderno, acogedor, para tomar una cerveza viendo el Seis Naciones o tomar una tapa creativa con algún vino extraño.

La calle arranca en Casco Antiguo y se irá haciendo barrio poco a poco, dejamos a Cristo asomado a su ventana y pasamos por ese reducto de las letras, Padilla Libros, desde cuyo escaparate nos saluda la matrona de la II República. Un poquito más adelante desemboca en el cauce principal la calle Aposentadores, a pocos metros el bar La Viña, una de esas raras islas de taberna tradicional que aún nos quedan -no será la única de la zona-, donde han resistido algunos bares históricos -vean la página de al lado-. A la altura de Castellar la calle se encajona, pasamos el desfiladero y, si fuera jueves, empezaríamos a ver los puestos de los anticuarios, de los cacharros usados, de los libros viejos, y llegamos a la plaza de Montesión, allí, junto a la iglesia, la cervecería Casa Vizcaíno, una taberna histórica de la que, ya lo hemos señalado, damos noticias en la página vecina. Frente a esta popular cervecería, otra, Yerbabuena, aroma fresco para la zona. Dejamos atrás la librería de viejo, ya cerrada lamentablemente, Rumaiquiya, dejamos atrás la tiendecita de efectos militares, y los cerrados locales de Carrera, antaño foco comercial de amas de casa buscando telas y ropa de casa. En la bodeguita de la esquina, un cartel nos anuncia "Mosto nuevo de Góngora".

CARACOLES
Otro afluente importante vadea la Feria y sube hacia la parte ancha, en ella dos hitos también que merecen la pena, dos barras de categoría para el tapeo castizo, el barroco, el horror vacui de la taberna Hermanos Nuñez, rostro de sayón hebreo tras la barra, -Hay caracoles-, toros y toreros y gran queso, y más, mucho más. En la segunda parte de la calle otro emblema de los bares de tapas de Sevilla, la Bodega Mateos, templo del bacalao, y gambas, y chacinas y mosto del Aljarafe, que es vino blanco recién nacido.

Pero volvamos al cauce principal, que ya es hora de comer en serio y nos vamos a parar en El Ambigú, variedad de tapas, buenas, hasta con toque creativo. En la esquina el Bar Chiquito nos anuncia que estamos en el cruce con la parte ancha, con Feria confluyen Correduría, Guadiana y Cruz Verde, y la calle se hace barrio, tiendas, bancos, gente que sube y que baja, hay vida, y hay que parar en la panadería Alfonso para llevarse la merienda, esas magdalenas. En la calle se van sucediendo locales de hostelería para todos los gustos y, en medio, el mercado, la meca gastronómica del barrio, pescado fresco, carnes, verduras, pasta y helados artesanos y, en el mismo mercado dos buenas barras, sobre todo ese tesoro oculto que es La Cantina, junto a los ladrillos centenarios de Omnium Santorum. Al lado La Alegría de la Feria, de toda la vida.

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