La Policía Nacional de Haití (PNH) confirmó ayer la detención de diez estadounidenses supuestamente implicados en un caso de tráfico de menores. Los 33 niños que iban a ser sacados ilegalmente tenían entre dos meses y 12 años de edad, dijo ayer la ministra haitiana de Comunicación, Marie Laurence Lassec.
Por su parte, fuentes de la Dirección General de la Policía informaron a Efe de que los menores habían sido entregados a los norteamericanos "por un pastor protestante". Los diez estadounidenses, miembros de una ONG llamada New Life Children's Refuge (Refugio de Niños Nueva Vida), están detenidos en los calabozos de la Dirección Central de la Policía Judicial. La ministra explicó que fue la guardia de fronteras la que dio el alto al autobús lleno de niños haitianos, alertada porque éstos iban acompañados de un grupo de adultos con apariencia de extranjeros. "No tenían (los niños) ninguna documentación, así que la Policía llamó a la dirección en Puerto Príncipe y ordenaron la vuelta del autobús", dijo la ministra.
Lassec no quiso dar muchos detalles sobre los menores: "Tenemos que investigar si son huérfanos o si son niños que sencillamente se quedaron sin casa y no encuentran a sus padres".
La ONG pertenece a la Iglesia Baptista del Valle Central de la ciudad de Meridien, en Idaho, que hizo público un comunicado en su página web asegurando: "Nuestro equipo fue falsamente arrestado y estamos haciendo todo lo posible por aclarar este malentendido ocurrido en Puerto Príncipe".
Por su parte, el portavoz de la Policía haitiana, Frantz Lerebours, dijo a Efe que por el momento se va a iniciar la tramitación del caso en las instancias judiciales de Haití. Sin embargo, precisó que al tratarse de ciudadanos estadounidenses existe la posibilidad de que sean trasladados a su país si las autoridades de Estados Unidos presentan la correspondiente demanda de extradición. Este descontrol es el que ha obligado a los cientos de miles de haitianos que viven a la intemperie a organizarse con comités surgidos espontáneamente, para intentar poner un poco de orden en sus campamentos improvisados. Delegados de salud, de higiene, de seguridad, de alimentación...: los haitianos, acostumbrados a esperar poco de un Estado fallido, se han organizado de forma casi inmediata a la tragedia.
Milord Nestor, un pastor evangelista de 35 años, es vicepresidente del comité que gestiona el campamento de Santa Teresa, antaño un estadio de fútbol y hoy hogar de dos mil personas. El comité tiene nueve directivos y 32 miembros, y cuenta incluso con una oficina habilitada en una carpa. "Perdí a mi hermano, mi casa y mi iglesia; me siento como el santo Job. Pero desde que llegué aquí comprendí que teníamos el deber de organizarnos", explicó. Un grupo de chicos se encarga de la seguridad y patrulla todas las noches por el campamento para evitar incidentes; otro grupo se preocupa de que, a falta de aseos, las necesidades se hagan en lugares acotados "aunque nadie puede evitar que huela a mierda", recordó Milord. Seguridad e higiene son dos tareas asumidas de inmediato por los distintos comités; luego vienen la alimentación y los cuidados médicos. Y es que ante la falta de un Estado, se han organizado.
