La Casa Consistorial de Sevilla acumula ya unas 1.100 visitas en su primer mes desde que abriera sus puertas el día 21 de enero tanto a los turistas como a los sevillanos, tras finalizar la musealización de este edificio que supone una de las principales muestras de la arquitectura plateresca.
Según los datos facilitados por el Ayuntamiento hispalense a Europa Press, la Casa Consistorial roza las 1.100 visitas turísticas en su primer mes, siendo principalmente la mayoría de los usuarios sevillanos, con un porcentaje que ronda el 82 por ciento, es decir, unas 890 personas.
Sin embargo, casi el 20 por ciento de las personas que se acercan a conocer este Bien de Interés Cultural, catalogado como Monumento desde 1931, son visitantes de fuera de la provincia. Así, más del 13 por ciento son turistas nacionales, mientras que el cuatro por cientos provienen de fuera de las fronteras españolas, rozando el medio centenar de personas.
En este marco, cabe recordar que las visitas pueden realizarse de lunes a jueves en horario de 16,30 a 19,30 horas, mientras que los sábados abrirá en un único pase a las 10,00 horas, pudiéndose acceder al recinto en grupos de hasta 45 personas. Las visitas tienen un precio de cuatro euros para todas aquellas personas que no estén empadronadas en la ciudad, un coste que incluye audioguía hasta en siete idiomas --inglés, alemán, francés, japonés o ruso, entre otros--o una visita guiada, si el turista quiere hacer uso de estos servicios.
La obra de Casa Consistorial de la capital de Andalucía se inicia en el año 1526, celebrándose cabildo por primera vez en esta nueva sede en 1556, según la información municipal. Hasta entonces el Concejo o Cabildo de Sevilla había tenido su sede en unas casas del Corral de los Olmos, lugar que ocupado actualmente por la Plaza de la Virgen de los Reyes, a la espalda de la catedral.
Para el nuevo edificio se escoge la Plaza de San Francisco, que era un lugar céntrico y comercial, delante del convento que le daba nombre y enfrente de la Audiencia. Las obras las comienza Diego de Riaño, a quien se le encargó que labrara una construcción de piedra, duradera y con fachadas a la Plaza Mayor ante el desaparecido convento de San Francisco.
En el siglo XIX, tras el derribo del convento de San Francisco, se emprende una reforma del edificio, ejecutada por Demetrio de los Ríos y Balbino Marrón, quienes trazaron una nueva fachada principal, orientada a la Plaza Nueva, de corte neoclásico. A su vez, reorganizaron el interior alrededor de dos patios y una gran escalera. Además, en el edificio se guardan algunos elementos y bienes muebles de elevado interés artístico e histórico.
