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Deportes

El Betis contra la pena de perder en Granada

El Betis cedió en Granada la primera derrota de la segunda vuelta, la segunda consecutiva y la cuarta de toda la temporada. Pierde uno de cada cinco partidos y gana dos de cada tres, pero tan extraordinario promedio sólo le da para comenzar la segunda mitad del campeonato con dos puntos de margen sobre el tercero. La Segunda División es larga, desagradable y desagradecida.

el 30 ene 2011 / 21:59 h.

Unos 2.000 béticos estuvieron en Los Cármenes haciendo y queriendo a su Betis.
Dijo una vez un poeta, no granadino sino mexicano, que "no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada". Muchos béticos pensarán hoy que no, que más les habría valido ser ciegos y no tener ojos para así no ver lo que sucedió en la ciudad de la Alhambra. Hizo su Betis lo que no debía, volver a adoptar la forma de equipo vulgar y vulnerable, y lo pagó con tres goles, con su segunda derrota consecutiva, con el mayor escarnio liguero que ha conocido bajo el mando de Pepe Mel y, en definitiva, con las tropas vallecanas y célticas dispuestas a atrapar una presa que no hace demasiado parecía inalcanzable.

El 8 de septiembre del año pasado, también en Granada, el Betis perdía por 2-0 en la segunda ronda de la Copa del Rey y Pepe Mel, que había dejado a Emana y Rubén Castro en el banquillo, prefirió meterlos en el campo a dar la eliminatoria por olvidada. Los dos solitos remontaron el encuentro y a partir de ahí, ya se sabe: Zaragoza, Getafe y, por fin, la supereliminatoria del Barcelona. En todos esos cruces tuvo el equipo la ocasión de dejarse ir, de despedirse con dignidad de un torneo que no iba a solucionar su futuro. Por ejemplo, aquella noche de hace 144 días en Granada. Seguro que Mel habría cambiado el 3-0 de ayer por el 2-2 de entonces. Por el bien del Betis, ojalá dentro de otros 144 días, cuando ya sea verano, esté ya en Primera y no arrepintiéndose de haber elegido la Copa antes que la Liga aquel 8 de septiembre.

El Betis ha recibido la primera guantada futbolística del curso, pero hay un dato que no debería pasar desapercibido, por muy doloroso que sea el golpe y por muy inquietante que sea la minicrisis: el Betis es el líder y Mel lo ha edificado corrigiendo su tradicional endeblez de carácter y redibujando un Betis sólido, animoso y casi imbatible. Ahora, alcanzado por un Rayo y perseguido por el pueblo celta, con elementos clave en la enfermería, con una institución en continuo agitamiento, tiene veinte capítulos para demostrar que aquí hay un equipo de verdad, un líder de verdad. Veinte capítulos para saber si el Betis de Mel y Gordillo se sobrepone a la pena de perder en Granada.

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