Si nos fiamos de las últimas informaciones de Variety, Warner Bros es la productora que vas tras el relanzamiento de Tarzán, un Tarzán que aún permanece en el cofre de nuestra memoria, pero que ahora regresa con todo el aparato de un Hollywood ansioso de rejuvenecer a sus héroes. He dicho "regresar", pero, a estas alturas de la película, cuando ni siquiera está escrito un guión cuya batuta llevará Stuart Beatti, guionista de éxitos comerciales como Piratas del Caribe, puede pasar cualquier cosa. Por de pronto, Sommers, el director de las dos primeras entregas de La momia, es el elegido para el proyecto. De modo que tenemos garantizado el espectáculo, y poco más. No creo que Hollywood, en horas más bajas que nunca, está buscando algo distinto.
Y eso que el personaje creado en 1914 por el novelista estadounidense Edgar Burroughs tiene miga. Yo creo que la única película que llegó a explorar un poco el asunto fue Greystoke, protagonizada en 1984 por Christopher Lambert; claro que a la peripecia le faltaba pegada. Lo demás, incluido Johnny Weissmüller y sus últimos y tristes años en el psiquiátrico persuadido de que Tarzán y él se habían fundido en un solo héroe, es historia.
Parece, como digo, una verdad de Perogrullo la necesidad de héroes, y la comprensión de este hecho por parte de Hollywood. Sin embargo, cabe decir que el héroe es cada vez más puro y sin fisuras, en una sociedad cada vez más poliédrica y más confusa. En realidad, se le vende pureza a una sociedad putrefacta. No creo que estos sean los héroes que más necesitamos (por parafrasear el magnífico colofón de El caballero oscuro), aunque deduzco que son los que más satisfacen a los corazones adolescentes. Pureza por pureza, Tarzán es el no va más: héroe solitario, asocial e inocente, Tarzán no comprende y no ama al ser humano, pero se reconoce en él.
Por mi parte, yo me pregunto por qué un país como el nuestro es tan poco proclive a levantar y alimentar a sus héroes. ¿Responderá a la misma razón por la que las gestas de un pasado común son postergadas mientras los ingleses siguen conmemorando a un Nelson o una victoria de Trafalgar? ¿Será porque lo que les sobra a los norteamericanos nos falta a nosotros, y viceversa: fe, y ganas de coñearse de todo?
