La alpinista Lina Quesada, en una de sus expediciones. Fuente: EFE.
Lina Quesada lleva más de veinte años asomándose a las cumbres más altas del mundo. El pasado mes de julio logró coronar el Broad Peak, un pico que se le había resistido en dos oportunidades. La vida de esta sevillana no tiene sentido sin la montaña y pese a no haberse recuperado aún de las secuelas de su último reto, ya piensa en coronar la montaña más alta de Oceanía.
¿Cómo ha sido la experiencia del Broad Peak? Pues se puede decir que muy satisfactoria, ya que no ha habido ningún accidente y todos los de la expedición hemos vuelto bien. Por fin pude ver todas las caras de esta montaña y ver otras cumbres que ya había subido en la cordillera del Karakórum. Tenía cuentas pendientes con el Broad Peak, que no es tan fácil como muchos dicen. Es una montaña muy técnica en la que ya había intentando hacer cumbre dos veces, en 2003 y en 2008. Por fin este año, junto a Pilar Agudo, le echamos coraje y valor y conseguimos llegar a la arista final.
¿Te ha sabido mucho mejor esta cumbre por el hecho de que se te había resistido? Todo lo contrario, y me explico. Me ha gustado hacer cumbre, como en todas, pero tengo que reconocer que me dio un poco de coraje, ya que me di cuenta de que no era para tanto y que en las dos oportunidades en las que me volví no me quedaba demasiado para llegar a la cima. Realmente había entrenado mucho este año y yo no sé si es que iba muy fuerte y con muchas ganas, pero luego nos pareció poca cosa. Por fin logré cerrar ese capítulo.
¿Cómo fueron esas últimas horas antes de hacer cumbre? La decisión fue muy radical. Nosotras no estábamos aún aclimatadas a la altura del campo tres, pero daban una ventana de buen tiempo del 23 al 25 de julio, por lo que había que aprovechar ese espacio de tiempo. Si no nos hubiéramos decidido, nos tendríamos que haber vuelto sin hacer cumbre.
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