Si usted, querido lector, está en esa edad en la que se puede programar un mes de vacaciones y sus recursos no le dan para un buen hotel, pero sí para una aventura como las que disfruta mi buen amigo y mejor compañero Daniel Pinilla, metánse ya en internet y busquen un viaje para el Mundial de Sudáfrica porque la selección española, aunque las frías matemáticas todavía no lo digan de forma categórica, está más que clasificada.
Hasta con ausencias. Se han batido todos los récords, se ha ensamblado un gran equipo que gana hasta cuando cuenta con ausencias considerables, como la de Andrés Iniesta el pasado sábado, y somos la admiración de propios y extraños. Ganamos con un mínimo resultado (l-0) a Turquía en el Santiago Bernabéu. Y es que cuando los equipos se hacen temibles, los adversarios claudican aún teniendo sus posibilidades. Sucede con la selección que "parió" Luis Aragonés y que ahora mima Vicente del Bosque, que sigue con el suma y sigue tenga la selección que tenga por delante.
Confianza. Pasado mañana volveremos a vernos las caras en Estambul contra el combinado de Turquía. Complicado partido de nuevo. Los turcos necesitan ganar a los campeones de Europa para ser segundos y de camino ostentar la bandera de haber terminado con nuestra imbatibilidad, que ya se alarga durante casi tres años. Hoy en día todos confiamos en nuestra selección hasta el punto de que nadie tiene en mente una derrota en Estambul. La confianza es fruto del juego y los resultados, y estos van unidos de forma íntima desde hace un tiempo atrás al combinado nacional. Motivos sobrados tenemos para confiar y seguir confiando en esta España futbolística que nos enamora por juego y resultados.
