Cultura

Fuera protocolos en el Baile de la Rosa

Con el potencial riesgo de caer en lo decadente, la 'movida', hilo temático de la edición número 54 del Baile de la Rosa en Mónaco, dejó boquiabierto al público monegasco y recuperó su desfachatez más refrescante gracias al estupendo espectáculo ideado para Pedro Almodóvar por la familia Grimaldi.

el 15 sep 2009 / 02:29 h.

Con el potencial riesgo de caer en lo decadente, la 'movida', hilo temático de la edición número 54 del Baile de la Rosa en Mónaco, dejó boquiabierto al público monegasco y recuperó su desfachatez más refrescante gracias al estupendo espectáculo ideado para Pedro Almodóvar por la familia Grimaldi.

La fiesta prefirió mantenerse fiel al espíritu de los homenajeados antes que hacer concesiones a una audiencia que, pese a la estupefacción inicial, se hizo cómplice del tono hedonista y excesivo en un desatado baile final. La reconstrucción de la fachada del mítico Cine Doré de Madrid, los números de cabaret a la española, la performance entre las galaxias y las cloacas de un estupendo Paco Clavel y las hilarantes apariciones de Rossy De Palma sobre el escenario despejaron las dudas sobre la necesidad de una resurrección de algo tan adherido a su época.

De hecho, el director de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1998) no quiso dejar de matizar la relevancia ideológica de la 'movida': "Estáis celebrando la Transición y la democracia. Ni un sólo frame de mi cine habría podido ser rodado en otras circunstancias", aseveró. Pero, afortunadamente y según Alaska, "la movida pega con todo".

De la trivialidad de la 'revisitación paródica' de clásicos como La vie en rose, Ne me quitte pas o Tómbola, a la intensidad de la voz de Luz Casal y su Piensa en mí, el Baile de la Rosa reverenció educadamente la estrambótica parafernalia y demostró que sus conceptos no eran tan incompatibles.

Así, la mezcla entre el vestuario de etiqueta y la antología de lo kitsch que se apoderó del Salón de las Estrellas, dio con un excelente tono en el que se respiró armonía, complicidad y, sobre todo mucha diversión.

Alberto II y Carolina, así como sus respectivas parejas, Charlene Wittstock y Ernesto de Hannover, compartieron mesa con Almodóvar, Bibiana Fernández, Alaska y Mario Vaquerizo, así como con el habitual Karl Lagerfeld. Un año más, la princesa Estefanía se ausentó de este evento, uno de los de más resonancia social del Principado. El Baile de la Rosa, celebrado desde 1954, tiene carácter benéfico en favor de la Fundación Princesa Gracia.

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