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Hablemos de economía

Como dice un amigo periodista, es realmente sorprendente la facilidad con la que los éxitos económicos se atribuyen a la coyuntura internacional y las dificultades a la gestión local. Al final, el Gobierno siempre es responsable de los problemas y nunca de los éxitos.

el 14 sep 2009 / 23:45 h.

Como dice un amigo periodista, es realmente sorprendente la facilidad con la que los éxitos económicos se atribuyen a la coyuntura internacional y las dificultades a la gestión local. Al final, el Gobierno siempre es responsable de los problemas y nunca de los éxitos. En estos días de precampaña electoral, en el que obviamente se abusa de los discursos hiperbólicos, la economía ha entrado como elefante en cacharrería. Una intensidad dialéctica que contrasta con el mutismo de la clase política durante toda esta legislatura pasada. Al parecer, el foco de interés estaba puesto sobre otros problemas aparentemente más importantes. Pero no renunciemos a la oportunidad, siempre es un buen momento para hablar de los problemas reales de la gente.

Con dedicar unos simples minutos, cada día, desde hace seis meses, a la prensa económica internacional, uno puede hacerse una idea de la verdadera situación actual. El Financial Times ha dedicado recientemente una significativa página completa, a la inquietante pregunta de si está en el aire el estilo económico de los setenta, la destructiva combinación de inflación con desempleo. O, cambiando de tercio, también podríamos hablar del encargo de Sarkozy a los premios Nobel Amartya Sen y Stiglitz, este último también asesor de Zapatero, para que reflexionen sobre "los límites de la contabilidad nacional", sustituyendo los indicadores clásicos como PIB o inflación, por otros como satisfacción, bienestar o felicidad. Una vieja idea que, por desgracia, nunca ha tenido demasiado éxito.

Más cercano el debate a nuestra realidad, parece que algunos acaban de descubrir que existían problemas que hasta ahora no eran tan urgentes. Resulta paradójico que los mismos que han dedicado todo su tiempo a defender un modelo de familia, a exigir su defensa o a su identificación administrativa, ahora incluyan en el ideario de confrontación su salud económica. Como siempre, fracasan en credibilidad y en oportunidad. La ciudadanía sabe que hablar en serio de la familia es hablar de los precios de las cosas, ahora y antes, mientras también se habla de las becas educativas, de la asistencia sanitaria, de las personas dependientes, del salario mínimo o del acceso a la vivienda. Sin duda, toca ahora hablar de economía.

Pero siendo honestos con los ciudadanos, con la perspectiva de los años, hay que pensar sobre economía contrastando las políticas de la derecha y de la izquierda, de sus visiones y de sus efectos. Es discutir sobre la bondad y virtualidad de dos modelos intrínsecamente antitéticos. Es reflexionar sobre el centro de gravedad de las preocupaciones sociales de las dos opciones ideológicas. Porque hablar de economía, aunque a algunos les pese, es incluso reflexionar sobre la perspectiva de la desigualdad de salarios por la discriminación de género. Toca ahora hablar de economía, por supuesto incluyendo los problemas de las familias. Pero toca hablar en serio.

Gonzalo Suárez Martín es abogado

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