Cultura

José María Conget: 'Los premios corrompen a los escritores'

Maño afincado en Sevilla, José María Conget publicó un nuevo libro, sufrió un infarto y recibió el premio de las Letras Aragonesas, todo en apenas seis meses.

el 15 sep 2009 / 01:29 h.

Hace unos meses sufrió un infarto, y luego le cayó el Premio de las Letras Aragonesas. Tiempo de emociones fuertes.

Yo creo que gracias al ataque me cayó el premio [risas]. Ayer cumplí 60 años, y con el infarto, habrán dicho "vamos a darle el premio, al pobre". Según me dijeron en la UCI, me dieron tres anginas de pecho. Yo pensaba que eran indigestiones.

-¿Y vio eso de la luz al final del túnel?

Lo de la luz es mentira. Yo soy un cobarde nato, pero no sentí miedo en ningún momento. Al contrario, me sentí atendido por unas cuantas ninfas y estaba en la gloria, pero prefiero no regresar ahí. Por cierto, en la UCI se me ocurrió un cuento, titulado Despedida.

Su Pont de l'alma da a entender que en los Institutos Cervantes, lejos de ser unas vacaciones pagadas, se curra a destajo.

Fui sólo el director de Cultura en París y Nueva York, y tenía jornadas de 14 horas con frecuencia. Al menos de París, vi muy poco. Este libro iba a publicarse en una colección sobre ciudades, pero yo en realidad quería hablar del proceso de envejecer, esa era la historia real, darme cuenta de que siempre había tenido una salud a prueba de bombas y ahora empezaban los achaques.

O sea, que de turismo, nada.

Mi mirada de Nueva York es lo que veía desde la esquina de mi calle, es una mirada de barrio, aunque vivía en una zona muy buena, en Manhattan, cerca de la antigua zona de las putas y los peepshows. De París, cuento que el día antes de marcharme me bajé de un metro y pregunté ¿eso qué es?, y era la Ópera. La gente no se lo cree, pero estaba tan fuera de las coordenadas habituales que mi cotidianidad se reducía a un despacho y a la vista de unos tejados.

Sevilla también aparece en su libro, ¿qué tiene para que haya elegido vivir en ella?

En 16 meses en París sólo escribí dos cuentos, y aquí he escrito varios libros, aunque mi casa está a nivel de calle y tengo mucho ruidos. Con Sevilla tengo una relación ambivalente: es una ciudad hermosísima, pero también va en el paquete el sevillano profesional, que es detestable. La primera vez que vine, dejé escrito en una novela que es "una ciudad tan bonita que los seres humanos no se la merecían".

Es curioso que en su libro salgan pocos escritores. ¿Es por profilaxis?.

No quería hablar de escritores, sino de mí mismo, como te he dicho: contar lo que la edad hace con tu cuerpo. Pero traté a muchos escritores en Nueva York, allí organizas un encuentro y llenas una sala con 300 personas. En París era más difícil, menos rentable.

¿Defiende el Cervantes?.

Cuando nació el Instituto, dije que había nacido tarde y sin embargo sietemesino. Es una idea espléndida, como el Goethe o el Dante Alighieri. Soy un defensor absoluto. Otra cosa es que dependa del voluntarismo de cada uno de los centros.

Los premios, ¿le dan grima?.

Los premios actuales no cumplen ninguna función y corrompen a los escritores, obligan a trabajar a toda velocidad y a pensar que en la literatura vale todo. Lo que mis compañeros no tolerarían en un combate de boxeo o un partido de fútbol les parece de puta madre en el Planeta. Seré idiota, pero me parece indecente. Como diría Orson Welles, me cuesta entender que mis compañeros hagan ciertas cosas para salvar sus piscinas.

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