Cofradías

La Blanca Paloma vuela hasta El Rocío

Por Rosa Rodríguez. Los almonteños iniciaron la procesión incluso antes de la Salve de las 22.00 horas.

el 12 may 2013 / 09:40 h.

Imagen (9582401)Contemplarla. Rezarle mientras poco a poco, abandona el que fue su trono durante nueve meses. Hablarle con palabras, con vivas, por sevillanas o con la emoción que da paso a las lágrimas. Un velo de tristeza, de melancolía alargada traspasaba las calles encaladas con el sonido de trabucos y escopetas. La noche larga que avanza con su velo por el firmamento mientras la luz del día se abre paso. Mientras tanto, Ella se despide de unas calles teñidas de blanco, con un cielo níveo realizado con flores que el amor de sus hijos almonteños ha confeccionado. Almonte quiso despedirse ayer poco a poco de la Blanca Paloma, que ya vuela hasta su Santuario en las Marismas, a la aldea que da nombre, a El Rocío, por el Camino de los Llanos, el mismo por el que llegó en la madrugada del 20 de agosto. El pueblo quiso apurar el tiempo de la despedida teniéndola a su lado.El interior de la parroquia ya destilaba la intensidad y el calor previo siempre a una salida de la Virgen del Rocío. La impaciencia pudo a la tradición y los hombres de la Virgen sintieron su llamada antes incluso de la Salve de las 22.00 horas, que como cada noche desde que llegara la Señora sus hijos le han brindado. Pero ayer, no se rezó la Salve, sino que la oración se hizo procesión, y después, traslado. En ese instante, en ese preciso momento, la emoción contenida afloraba y volvían a tomarla en sus hombros, a aferrarse a los bancos de sus andas, para estar cerca de Ella, para pasearla por sus calles que no visitó en su procesión de Reina. Llevada por sus hijos, en los famosos círculos de los hombres de la Virgen, como una Reina que viste de Pastora. Eran las 21.59 horas cuando saltaban la reja que separa el presbiterio de la nave central de la Parroquia de la Asunción y el repique de las campanas demostraba el júbilo y las ganas de reencontrarse con Ella. Horas antes, una marea de almonteños se apostaba junto a esa balaustrada de la parroquia donde ha reinado en un Año Santo que ha traído a sus plantas a millones de fieles. El sonido de las escopetas y las palabras tranquilizadoras de los santeros y camaristas marcaban el compás de espera en el interior del templo. Pero los nervios y las ganas vencieron. El repique de las campanas y el olor pólvora trazaron la armoniosa melodía de acompañamiento a la Reina que hoy se reencuentra con las Marismas. En el exterior, miles de peregrinos y devotos abarrotaban la Plaza Virgen del Rocío, bajo la catedral efímera iluminada creando un entorno único, aguardando el íntimo momento en que la Virgen del Rocío se encontrara de nuevo con las estrellas en torno a las 22.05 horas para después acompañarla hasta la blancura de su aldea, hasta la que hoy transita por un camino de tres leguas, unos 15 kilómetros, a plena luz del día. Un mar de dispositivos digitales recogía el momento, en un traslado donde cada uno deseaba inmortalizar la mejor imagen de la Blanca Paloma. La plaza con la cúpula la veía partir y pasar junto al ayuntamiento, de donde llovieron pétalos, los primeros que fueron lanzados por niños almonteños en una cascada de devoción y amor a su Patrona, en torno a las 22.40 horas para abandonar la plaza con su nombre después, tras haber vuelto de nuevo a la Parroquia de la Asunción y llegar a El Chaparral por un camino recto, itinerario de calles blancas que la volverán a ver en siete años. La Virgen del Rocío, a paso lento, como quien no quiere abandonar un lugar donde tanto se le quiere enfilaba la calle Venida de la Virgen, ataviada con el traje diseñado por José Manuel Vega que estrenó el pasado agosto, y esclavina que es réplica de la antigua del s. XVIII que se confeccionó hace 7 años y que ya llevara la Virgen en el anterior traslado. Su sombrero que luce la Virgen, de copa alta y encajes de oro, lo estrenó la Virgen en el traslado del año 1998, con nuevo lazo y exorno floral. Un río de devoción desbordada la esperaba en cada esquina, en cada templete efímero de Almonte, en la mirada de los mayores que se preguntan si volverán a verla por esas calles con las puertas y las ventanas adornadas con palmas, colgaduras en los balcones y cerradas por arcos blancos de nieve y oro. El recuerdo para los que no están porque marcharon a las marismas eternas o los que no pueden estar por otros motivos, los de los pequeños subidos a sus andas para que la toquen y besen por primera vez. La Calle Venida de la Virgen, marcaba el camino a la Plaza de Andalucía y de ésta las calles conducen al Chaparral, completamente adornado en sus dos pasillos, a la que la Señora llegaba en torno a las 07.00 horas para ser conducida al templete del Pañito, en el Alto del Molinillo. Allí fue depositada entre vivas y salvas de escopetas. Un instante único donde sus camaristas, María del Carmen Morales y Carmen Rocío Vega aguardaron a los primeros rayos del sol entre los versos de la salve y los vivas más emocionantes para cubrirla con el guardapolvo que la guardará de las inclemencias del camino y el tiempo y el Pañito que regalara la Hermandad del Gran Poder de Almonte, para protegerle el rostro a la Madre de Dios. La gratitud, las plegarias, la alegría por “tanto bueno que nos ha dado”, como señalaban muchos almonteños, se mezclaba con “la tristeza porque ya se marcha”, en un sentimiento difícil de explicar ante la certeza de que “la Virgen pertenece a El Rocío, es su sitio, y nosotros lo sabemos”. Por eso, prosigue la tradición y la Pastora se encuentra ya por las arenas, en dirección a su aldea en un durísimo camino en un día de temperaturas altas.Desde allí volverá en siete años con la misma alegría con la que llegó hace ahora nueve meses.

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