Economía

«La crisis ha despertado a la sociedad que está comprometida y quiere una economía social»

Un grano de arena no hace montaña pero muchos, sí. La Fundación Empresa y Sociedad trabaja para que el ciudadano se implique más en la concepción de su propio futuro ante unas instituciones que, dice, están en «crisis». «Creíamos que el Estado nos lo iba a solucionar todo, y no ha sido así». ¿Quién es usted? «Un impulsor de cambios», responde.

el 04 may 2014 / 23:00 h.

15715005 Francisco Abad posa con un ejemplar del libro ‘Dentro de 15 años’. / El Correo «La empresa y la sociedad no son cosas distintas, no van cada una por su lado». A Francisco Abad Jiménez le preocupan el envejecimiento de la población en una sociedad cada vez más tecnológica, que urge tener más emprendedores no sólo de compañías, sino también de ideas e iniciativas que no les vengan impuestas, y que requiere producir servicios y productos a más bajo precio. Economía y sociedad al unísono, buscando el bien común y el compromiso. Fundador y director de la Fundación Empresa y Sociedad, Abad es ingeniero de caminos y antes de abrazar a conciencia este sentido de la economía y convertirse en un «impulsor de cambios», trabajó para auditoras, consultoras, sociedades de bolsa y cajas de ahorros y en la actualidad asesora a compañías en cuestiones de economía social y colaborativa. «El futuro es todos y es divertido ser parte activa de la construcción de ese futuro». La crisis económica, dice, ha servido para concienciar más a unas gentes adormiladas que creían que toda su vida estaba en manos de los demás. Y no estamos ante cuatro hippies –la Fundación se creó en 1995 y cuenta con la participación de reputados directivos españoles–, «somos muchos más». Usted mismo lo puede ser. De entrada, ¿qué es la Fundación Empresa y Sociedad? Se trata de un grupo abierto conformado por personas y empresas con inquietudes sociales y que quieren generar cambios en la sociedad. Ni más ni menos. ¿Nuestra labor? La primera, hacer grupo, es decir, conectar a esas empresas y personas con tales inquietudes y, créame, hay más de lo que parece. La segunda, sabiendo qué hace cada una, compartir, hacer proyectos colaborativos, como tutorías para parados y emprendedores. Y tercera, el cambio social en sí, con un foro y encuestas que, cada cuatro o cinco meses, elaboramos para dar voz al ciudadano en aspectos como la participación de nuestros mayores, las ciudades inteligentes, el papel de la mujer en el futuro de la sociedad o qué consideramos que puede ocurrir dentro de unos 15 años. En la última encuesta participaron 1.400 personas, una cifra que suma una voz muy relevante, y además, consultamos a especialistas en diversos temas. Presupongo una prolífica labor de publicación... Tres publicaciones. En una primera, 100 ideas sobre empresa y envejecimiento, abordábamos la gestión de la edad en las empresas para que éstas se interesaran más por el cambio demográfico. En una segunda, Gestionar sin dinero, donde tratábamos el mundo de las ideas y de la creatividad. Y el último, que es un libro aunque su difusión será a través de internet y de las redes sociales, es Dentro de 15 años; como su nombre indica, nos enfrentamos a los escenarios probables dentro de década y media. Dice usted «generar cambios» ¿Y qué hay que cambiar? Unas cuantas cosas. Nos topamos con una sociedad muy institucionalizada donde hay un sector público, un sector empresarial y un tercer sector para el que ya no son suficientes las actuales instituciones o más que las instituciones propiamente dichas, sus actuaciones. ¿Unas instituciones en crisis? Sí. Se crearon al principio de nuestra democracia para ser sólidas y duraderas, aunque no pueden ser ni una ni otra si se utilizan para otras cosas, pues hay que cambiar tanto las instituciones como las cosas que hacen. Por ello está emergiendo una nueva ciudadanía y, también, con otras formas de participar a todos los efectos. Cambiar en el ámbito del empleo, en el de la iniciativa, en el de la participación... Hay para todo. Sociedad civil, al fin y al cabo... Sí, cabría hablar de sociedad civil por cuanto no se integra en ninguno de los tres sectores comentados, sino que se considera como complemento. Pero yo prefiero hablar de una ciudadanía comprometida en intereses comunes, concepto que va más allá del voluntariado: participación ciudadana en temas de interés común. ¿Estos seis años de crisis económica han acrecentado esa sociedad civil, comprometida? La han despertado. Sin embargo, hasta ahora tan sólo se conoce aquélla quizás más llamativa para los medios de comunicación: la capacidad de organizarse para protestar. Existe, sin embargo, otro montón de iniciativas de organización de personas para resolver los problemas más cotidianos y cercanos. No es noticia que los vecinos de un barrio se organicen para tal o cual servicio público o que un grupito de amigos se organicen entre sí cuando uno pierde el empleo. Sí, hay mucha microiniciativa y esta crisis lo que ha hecho es despertar la imaginación, la participación y las inquietudes de mucha gente... Pensábamos que el Estado o la sociedad nos lo iban a dar todo y no, hay cosas que dependen de nosotros mismos, de cada uno depende su futuro e incluso el de los demás. Póngame el ejemplo de una microiniciativa en su entorno. Por ejemplo, nos reunimos cinco empresarios y otorgamos premios a proyectos simbólicos, inspiradores, y lo hacemos varias veces al año. Y otro ejemplo, pertenezco a una red de casi 7.000 directivos empresariales y profesionales para formarnos e informarnos lo mejor posible, una comunidad donde se comparte el resumen de un libro, de una ponencia, etcétera. Y eso genera más conocimiento. Y en esta red también hay una iniciativa para quienes pierden el empleo, con un sistema de apoyo personal y tutorial mientras encuentre otro y se mantenga vital durante el tiempo de la búsqueda. No requiere ni de una administración, ni de una ONG ni de una empresa. Se trata de una colaboración directa. Y como ésta hay mucha colaboración de barrio. Un grano de arena que sí puede hacer montaña... Un grano de arena no, sí muchos granos de arena, y los hay en el mundo de la economía colaborativa, que hacen montañas. Hay muchos más granos de lo que parece. ¿Y por Andalucía? ¿Algún grano a destacar? Colaboramos con personas y empresas de distintos sitios. En Andalucía tenemos, por ejemplo, una relación muy estrecha con la revista Madurez activa, para impulsar cambios en el mundo del envejecimiento activo. La apoyamos porque su contenido es de interés para nuestro público y viceversa. Es, por tanto, un tipo de colaboración distinto al que se pueda ofrecer a una ONG. ¿Se puede cuantificar cuántas empresas y personas de Andalucía colaboran con la Fundación? No, porque los grupos y formas de colaboración son diversos. Por ejemplo, hay unas cien empresas que cuentan sus casos y quizás sean mayoritariamente de Madrid por la sencilla razón de que nuestra sede radica aquí. Sin embargo, el llamamiento a la participación se realiza a través de la web y otros dispositivos, y ni siquiera hemos realizado la distribución geográfica de las 1.400 personas que participan en nuestro foro. La red es abierta, puede estar cualquiera. IMG_8454 La economía social, del bien común, puede generar nichos de mercado. Específicamente, ¿dónde? La economía social tiene relación primero con su fórmula jurídica: encontramos cooperativas, fundaciones, entidades sin ánimo de lucro, etcétera, y han sido y están siendo especialmente importantes en estos años de crisis. Independientemente de su forma jurídica, la economía social colaborativa está creciendo muchísimo. Hablamos del uso compartido de bienes que compramos pero no usamos las 24 horas del día: un piso, un coche, un aparcamiento. Se trata de una economía social con base ciudadana, ayudando a que mejore la economía del ciudadano, con unos ahorros o ingresos que, en ocasiones, incluso contribuyen a que se pueda sobrevivir. ¿Cómo definiría la economía del bien común? Por intuición podemos entender qué es. Pero también existe un movimiento internacional con tal denominación. Es una economía cuyos fines van más allá de los tradicionales que son el beneficio y la rentabilidad para el accionista. Pondera capítulos como el efecto positivo en la sociedad en general: la confianza, la transparencia, etcétera. ¿Y dentro de 15 años, qué? Ahora hay un camino a seguir. Las jornadas que realizamos tendrán su segunda vuelta el 20 de mayo e iremos identificando líneas de trabajo a futuro. La conclusión de la primera jornada sería la importancia del factor humano para el futuro de la sociedad. No todo es tecnología en frío. Es tecnología al servicio de las personas y personas con espíritu emprendedor, generadoras de ideas para que, así, la tecnología y la persona vayan siempre en la misma dirección. En un país, España, en el que su sociedad envejece rápidamente, con datos incluso escalofriantes, el futuro no puede ser un mundo frío de robots que atiendan a nuestras personas mayores. La sociedad que no debe perder esa humanización que la caracteriza. En suma, hay que introducir el factor humano en todos los foros en los que se debate el futuro. Sí, hay que hablar de geoestrategia, de geopolítica, de medio ambiente, de macroeconomía... pero hay un factor humano que habitualmente no tratan. El ángulo de la sociología, de la psicología, de la espiritualidad. Porque en ese futuro habrá personas, ¿no? No nos van a anular, ¿no? Pues el futuro vamos a construirlo entre todos. Así que futuro tecnológico, sí, pero a la vez humano. Más abuelos, menos jóvenes... En España un 16 por ciento de la población tiene menos de 16 años y el 45 por ciento tiene más de 45 años. ¿Qué ocurrirá cuando esto evolucione, cuando pasen los años? ¿Y cómo van a generar los primeros los recursos suficientes para todos los demás? Es una bomba de relojería. Y hay que solucionarlo con tecnología pero con las personas también. Estamos a las puertas de una recuperación económica y la sociedad tiende siempre a olvidar sus antiguos males. ¿Caeremos en los mismos errores que nos condujeron a esta ya larga crisis? Quién sabe... Creo que sí, y así no lo dice la historia. Nos caemos, nos levantamos y nos volvemos a caer. Y si no lo hiciéramos, entonces sí que no seríamos humanos. Esta crisis, que es tremenda, sí, es comparable a las que vivieron nuestros antepasados. Quede claro, eso sí, que si tomamos ciclos largos, la sociedad siempre ha evolucionado a mejor. No caer es tarea de todos. ¿Cuál es su labor con los emprendedores? Les ayudamos a que avancen desde distintos puntos de vista. Porque en el sistema actual que tenemos, ganan todos menos el emprendedor. Se ha montado una serie de iniciativas de apoyo con consultores, tutores, ayudantes... y al final es el emprendedor el que tiene que salir adelante. Y no es una tarea fácil crear una empresa. Nosotros respaldamos al emprendedor en aquello que pueda necesitar más. Tratamos de cubrir un capítulo singular. Los emprendedores todavía no pueden ser clientes de las administraciones públicas y de las grandes empresas, y ni siquiera de aquellas que poseen programas de emprendedores. ¿Por qué? La administración no valora una oferta del emprendedor porque éste no tiene ni antigüedad ni avales, y esto ocurre también con las grandes empresas. ¿Qué hacemos nosotros? Ayudarles a que tengan sus primeros clientes, a eso que nadie les ayuda. Y dos maneras hay de enfocar esa ayuda: una, la personal; y dos, intentando convencer a las administraciones y empresas que abran una ventanilla para que los emprendedores puedan vender. Una vez desarrollado el proyecto, el emprendedor no requiere ni subvenciones, éste es un tema coyuntural, lo que sí necesita realmente es vender. Y a veces el sistema no lo permite. En cierta manera empiezan, se desarrollan y terminan quedándose a medias... En efecto, justo cuando toca lanzarse al mercado por no tener la antigüedad suficiente, y esto es una maldad. una pescadilla que se muerde la cola. Es un hueco claro del sistema, y ahí podemos colaborar. Cuando hablamos de emprendedor lo identificamos siempre con un joven. A tenor de la evolución demográfica en España, ¿nos estamos equivocando? De momento no, pero cambiará. Habrá emprendedores de diverso tipo. El emprendedor tiene mucho que aportar, lógicamente, en innovación y en conocimientos nuevos. Pero existe otra parte del conocimiento que depende más de la madurez y de la experiencia, y éstas desarrollan el olfato del futuro. El perfil de los más jóvenes y el perfil de los más mayores no es el uno o el otro, sino que son complementarios. Pero a cierta edad... Sí, a cierta edad no es tan sencillo emprender algo. Pero cambiará porque no tendremos más remedio que hacerlo. Harán falta muchos más emprendedores. Y en ellos está también buena parte de la respuesta a otro de los grandes desafíos de las sociedad: el de producir bienes y servicios a más bajo precio, una cuestión que se hará más y más urgente conforme pase el tiempo.

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