Local

La esperanza de un hasta pronto

Los más de 400 niños saharauis ponen fin a una aventura de dos meses donde aprendieron a ser felices

el 24 ago 2011 / 18:42 h.

TAGS:

Antes de partir, los pequeños se fundieron en un abrazo de agradecimiento a la dedicación que habían recibido estos dos meses por parte de las familias.

Hay una frase que dice que mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo. Suena a utopía pero son al fin y al cabo gestos insignificantes, ajenos a la vorágine de la sociedad, que encierran la solidaridad de ciudadanos anónimos. Es precisamente esto lo que ha impulsado a centenares de familias sevillanas a abrir las puertas de sus hogares a la acogida de niños saharauis, ofreciéndoles una nueva oportunidad para comprobar que hay lugar para la esperanza en sus inocentes vidas.

Ayer tocaba decir adiós y, en algunos casos, un hasta luego. Durante dos meses, más de 400 niños llegados del Sáhara han recibido todo el cariño de unas familias que los han acogido como si formaran parte de ellas. No es mucho tiempo, sólo el justo para dedicarles atenciones, llenar su día a día de ocio y divertimento y, lo más importante, ofrecerle una cobertura sanitaria que les ayude a paliar las dolencias que traen en sus maletas. Más allá de ello, reciben todo el cariño de unos padres que ayer no podían contener las lágrimas de emoción por su regreso.

Era esto lo que sentía Josefa Castro mientras aguardaba, con un nudo en el estómago, intentando contener su emoción ante sus dos hijas gemelas, a que su pequeña de acogida partiera por última vez camino del Sáhara. Cuatro años abriendo su corazón a Hjaiba, una niña risueña y pizpireta, habían bastado para que ahora, en el momento del adiós, sólo pudiera expresar palabras de agradecimiento por haberla conocido. "La tratas igual que si fuera tuya, dándole lo mejor que tienes", recordaba emocionada. Según iba trayendo a la memoria las vivencias compartidas con ella, sus ojos se llenaban de lágrimas por el adiós. La pequeña acababa de cumplir los 12 años y la legislación impide que a partir de esa edad pueda regresar a Sevilla el verano que viene. Por eso, lo amargo de la despedida cobraba doble sentido en el caso de Josefa.

Pero también había una puerta a la esperanza para aquellas familias que sabían que el próximo verano volverían a dar la bienvenida a sus niños. Novata en esto de la acogida, Rocío Pérez acudía ayer a despedir al que había sido durante estos dos meses su nieto. "Mi hija no ha podido venir y la he dejado llorando en el trabajo", contaba. Su compromiso daba buena muestra de la solidaridad de las familias. Amadi había llegado a su vida de forma accidental, por la falta de una familia que le asistiera. Ella dijo sí cuando se lo pidieron y ahora no dudaba en dar las gracias por la experiencia que le ha tocado vivir. "Lo he llamado un par de veces y si todo va bien, el año que viene volverá a estar aquí conmigo", relataba esta abuela y madre de acogida.

Con las maletas cargadas de amor y toda la generosidad de los sevillanos, se cerraba una nueva edición de Vacaciones en Paz, una iniciativa que abre la puerta a la esperanza de los niños. Y es que, como indicaba el vicepresidente de la asociación, Miguel Castro, el programa "ha sido un éxito en todos los sentidos". Ni siquiera la crisis, que ha disminuido a la mitad el número de niños acogidos por la situación de algunas familias, ha logrado evitar que como cada año el final del verano se llene de lágrimas para decir un hasta luego a los pequeños saharauis.

  • 1