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"La Expo se hizo a pesar de Sevilla, no había sociedad civil que la defendiera"

Protagonistas y artífices de la muestra universal reflexionan sobre las trabas que encontró el proyecto dentro de la propia ciudad.

el 09 oct 2012 / 21:24 h.

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Jaime Montaner, Juan Salas Tornero, Antonio Zoido, Víctor Pérez Escolano y Arsenio Moreno, ayer durante la mesa redonda celebrada en el Hotel Alfonso XIII de la capital sevillana.

Protagonistas y artífices de la Exposición Universal de 1992 celebraron ayer el 20 aniversario de una muesta que "abrió Sevilla al futuro" con un encuentro organizado por El Correo de Andalucía en el que quienes trabajaron desde dentro para su organización reconocieron que "la Expo 92 se hizo a pesar de Sevilla" y a las críticas y el rechazo no solo de la Sevilla más conservadora sino sin "una sociedad civil capaz de defenderla", con instituciones que la consideraron un proyecto ajeno a la ciudad y de espaldas al empresariado.

El Encuentro conmemorativo del final del XX Aniversario de la Expo'92 Sevilla 20 años después, organizado por este periódico, reunió en el Hotel Alfonso XIII al catedrático de Arquitectura de la Hispalense y consejero editorial de El Correo, Víctor Pérez Escolano; al arquitecto Jaime Montaner -que fue consejero de la Sociedad Estatal Expo'92-; al catedrático de Historia de Arte Moderno y Contemporáneo, Arsenio Moreno -que comisarió la exposición El Paisaje Mediterráneo-; y el responsable de la Comisión de Relaciones Institucionales de la Confederación de Empresarios de Andalucía y presidente de la Fundación Nao Victoria, Juan Salas Tornero, moderados por el historiador y colaborador de El Correo, Antonio Zoido.

Todos subrayaron la gran transformación que la Expo supuso para la ciudad, no solo desde el punto de vista urbanístico sino también cultural e incluso político e institucional, pues como señaló Pérez Escolano "fue una iniciativa esencial para la reafirmación del estadio de construcción democrática en que estaba España y en particular del Estado Autonómico", así como para "construir la capitalidad de Andalucía" en Sevilla. Pero durante la mesa redonda también quedó claro por aquéllos que vivieron y gestionaron los preparativos de la muestra desde la designación de Sevilla como sede en 1982 que la Exposición Universal se hizo no solo sin el apoyo sino incluso con el rechazo de la sociedad sevillana que, eso sí, una vez puesta en marcha la muestra, la "disfrutó" e hizo suya.

"La Expo'92 se hace a pesar de Sevilla, y no solamente de la Sevilla conservadora que mandaba indirectamente. No había un entramado de sociedad civil capaz de defender la Expo", admitió abiertamente Jaime Montaner, quien quiso poner en valor los actuales movimientos sociales que defienden la modernización de la ciudad frente a esas voces conservadoras que aún hoy se posicionan contra proyectos como la Torre Pelli y la Biblioteca del Prado o que ven en el parque tecnológico de Cartuja un fracaso. Por ello, reconoció que "era un proyecto de Estado que nunca se digirió suavemente sino que cuendo se dieron cuenta de que era una realidad, se disfrutó, pero Sevilla se incorporó a la Expo en el año 92". Montaner recordó cómo hubo que modificar el planeamiento urbanístico "manu militari" porque seguía manteniendo el paso de la vía del tren junto a la Cartuja, ya que "la Sevilla institucional, con presencia de muchos partidos, lo considera un fenómeno exógeno". No solo las instituciones o la Sevilla "más conservadora, que no conservacionista" y que "decía que mandaba" o "hablaba en nombre de no sé quién" se opusieron, Tampoco la "Sevilla real" se incorporó al proyecto. Ni los empresarios, cuya posición entonces fue rememorada por Salas Tornero, quien recordó que era "una época muy difícil" con las organizaciones empresariales aún incipientes, la patronal sufriendo "una crisis importante" y un momento político complejo en plena Transición democrática. Salas Tornero lamentó que "confundir a los empresarios de Sevilla con lo que algunas voces decían en nombre de no sé quién es algo que ha perjudicado a la imagen de los empresarios y así nos va", pero reconoció que "la Expo se hizo sin los empresarios sevillanos" y eso se notó en cierto "amateurismo" en "cómo se gestionó el éxito". "Intentamos no estorbar porque hubo una parte de la ciudad de Sevilla que lo hizo", defendió, procurando no entrar en "multitud de batallas" que se plantearon.

Con todo, para Salas Tornero, la Expo "trajo nuevos aires en una ciudad muy cerrada, muy conservadora y con mucho miedo" a abrirse. "Creíamos que era una ventana al futuro y por eso que se acabara era una alegría porque llegaba el futuro, aunque después pasó lo que pasó", destacó, antes de subrayar como uno de los grandes legados la apertura a una parte de la ciudad desconocida, la que se escondía tras la tapia de Torneo.

Y entre esos aires nuevos que trajo la muestra universal, Arsenio Moreno puso en valor la transformación cultural de la ciudad con la construcción del Teatro de la Maestranza y la creación de la Sinfónica, hoy con programación continuada que asegura una tradición musical sin marcha atrás; la recuperación del Monasterio de la Cartuja y la creación después en él del Centro de Arte Contemporáneo; y, sobre todo, la rehabilitación del Museo de Bellas Artes que "posiblemente no se hubiera hecho sin la Expo, y a los hechos me remito, que áun estamos esperando la rehabilitación del Arqueológico" y que solo por sí misma "justificaría ese 1992".

Moreno destacó que durante la Expo "la cultura fue protagonista de una nueva imagen sólida que quería dar este país", como demuestran las dos grandes exposiciones pictóricas organizadas, el espacio que todos los pabellones autonómicos y el de España dieron a las artes plásticas y que "en ese afán de vertebrar el territorio se intentó que cada provincia tuviera un acontecimiento de primerísima magnitud". Pero Moreno también hizo autocrítica al lamentar la parte de "espectáculo" en que se convirtieron algunas de las citas culturales de la Expo y la forma en que el público los consumió citando, como ejemplo, que las más de 600.000 visitas recibidas por la muestra sobre el paisaje no tuvieron su reflejo en la venta de catálogos o el hecho de que algunos visitantes estuvieran más interesados en acercarse a verla para sellar su pasaporte que en la propia exposición.

Arquitectos, historiadores y empresarios hablaron ayer de las luces y sombras de la muestra y de los apoyos y dificultades que halló en el camino y que se han vuelto a poner de manifiesto en el debate generado en la ciudad sobre la conveniencia de celebrar este 20 aniversario.

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