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'La segunda frase de todo lo que leo eres tú'

Stephen Prina expone en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. La obra de este artista nos transporta a una generación algo olvidada hoy: la de la América de los Setenta, que tuvo su foco principal en California

el 15 sep 2009 / 23:40 h.

Stephen Prina expone en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. La obra de este artista nos transporta a una generación algo olvidada hoy: la de la América de los Setenta, que tuvo su foco principal en California. Los jóvenes de aquella época pretendían cambiar el american way of life, optimista aunque más bien superficial, por un modo de vida más pacífico y auténtico. En este nuevo estilo se integraban elementos de la baja cultura, como la música pop o la ropa informal, con otros de la alta cultura, como los postulados teóricos de la filosofía francesa o el arte conceptual.

Un poco de ese espíritu, contracultural y hippie, está presente en la exposición La segunda frase de todo lo que leo eres tú. El título se corresponde con una excepcional pieza, una instalación sonora que funciona como una especie de teatro ambulante: las cajas en las que se transportaron los materiales de la obra están en el suelo y han sido reconvertidas en bancos con cojines pintados de un solo color; hay cables, altavoces, y otros accesorios de sonido expuestos de manera bien visible, sin pretensión esteticista alguna. En las paredes de la sala, pintadas de amarillo, se lee el texto "...no soy un artista conceptual...", y de vez en cuando suena por los altavoces una canción interpretada, con una voz bellísima, por él mismo; la letra posee referencias a autores como William Shakespeare, Roland Barthes, Ed Ruscha o Marcel Brodthaers. En esta obra, en la que uno parece invitado a sentarse y descansar o charlar tranquilamente, está todo Prina: pintura monocroma, elementos escultóricos, sonido, texto, y baja y alta cultura.

Dos piezas también destacables son EEUU fuera de Oriente Medio, unos gemelos plateados dentro de un estuche de terciopelo azul, en el que se percibe un complejo sistema de referencias textuales, y dos fotografías iluminadas por una obra de Dan Flavin, sugerente trabajo que plantea asimismo un conjunto de relaciones a diferentes niveles. Stephen Prina es, en el fondo, un artista intelectual en el que persiste aún el espíritu hippie de los Setenta.

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