La UE y EEUU tomaron partido en la crisis de Kenia con la exigencia de formar un gobierno de coalición en el país. Las dudas sobre el resultado electoral crecen cada día, sobre todo después de que el fiscal general keniano decidiera revisar el escrutinio que dio como ganador en las urnas a Mwai Kibaki.
El Alto Representante de la UE para Política Exterior y Seguridad Común, Javier Solana, y la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, acordaron ayer "presionar sobre el terreno" a los partidos kenianos para formar un gobierno de coalición de las principales etnias enfrentadas.
Tras una consulta telefónica entre ambos diplomáticos en la que se barajó incluso el envío de una misión conjunta UE-EEUU, Solana y Rice coincidieron en poner el énfasis en la "presión sobre el terreno" de las fuerzas que representan a las etnias kenianas, y empujarlas a dialogar hasta alcanzar un acuerdo.
Violencia. La espiral de violencia en Kenia, que ha causado al menos 300 muertos, comenzó con la reelección del presidente Mwai Kibaki, de la etnia mayoritaria kikuyu, en unas elecciones puestas en duda por la comunidad internacional. Las protestas de la oposición, de la tribu lua, han sido reprimidas de forma sangrienta por las fuerzas de seguridad, lo que a su vez desembocó en asesinatos a miembros del grupo del presidente Kibaki. Entre estos crímenes, causó especial consternación la quema de una iglesia en Eldoret, en la que fallecieron 45 personas, la mayoría niños y mujeres de la etnia kikuyu.
Tal es el clima de violencia en el país que la oposición se vio obligada a aplazar hasta el 8 de enero la concentración prevista para ayer en un parque de la capital y que fue impedida por la policía antidisturbios. El anuncio fue hecho por los dirigentes del Movimiento Democrático Naranja (ODM) William Ruto y Norman Nyagah, que no pudieron llegar al lugar de reunión, que fue cercado con las fuerzas de seguridad kenianas, que cargaron contra la población con el uso de gases lacrimógenos, cañones de agua y tiros al aire.
El origen de estas revueltas viene de un "dudoso" triunfo electoral, que está puesto en tela de juicio no sólo por la comunidad internacional, sino por las autoridades kenianas. El fiscal general del país, Amos Wako, exigió una revisión del escrutinio oficial de las elecciones a raíz de la "percepción de que los resultados de las elecciones fueron manipulados". "Debería realizarse inmediatamente, con carácter prioritario y por una institución elegida por consenso e independiente, un recuento de los certificados válidos recibidos", afirmó.
La comisión electoral otorgó la victoria a Kibaki, con el 46,38% de los votos, mientras el aspirante Odinga recibía el 44,03% de los sufragios. Una hora después de darse a conocer los resultados, Kibaki juró el cargo e inició su segundo mandato.
