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Las dos caras de Antonio

Para sus vecinos era una bestia, pero en su entorno laboral gozaba de buena reputación

el 08 sep 2010 / 20:46 h.

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Para sus vecinos del Tiro de Línea, una bestia. Para quienes le conocían detrás del mostrador de la cervecería-marisquería Greco, en el Polígono de San Pablo, donde trabajaba de camarero, un joven "agradable, cariñoso con los niños y de trato amable hacia el público". ¿Cuál de las dos era la verdadera personalidad del presunto asesino de la mujer norteamericana a la que decapitó y descuartizó para arrojar sus restos al río?

En su barrio no hay duda. A tenor del testimonio de sus vecinos, Antonio G. S., de 30 años, era un hombre insociable, una persona "problemática, violenta y peligrosa". Su piso, el 1 A del bloque 15 de la plaza Alcalde Horacio Hermoso, en el Tiro de Línea, era foco permanente de escándalos a altas horas de la madrugada. Jaleos continuos, chillidos y sollozos de mujer, portazos, música a tope sin importar la hora, ladridos de su perro. Una conducta que le había acarreado numerosos problemas con sus vecinos, uno de los cuales le tenía denunciado por romperle un dedo durante una pelea el pasado mes de mayo después de que el ahora presunto homicida se encarara con el presidente de la comunidad porque no había luz en su escalera.

La discusión que Antonio mantuvo con su víctima antes de acabar con su vida y trocear su cuerpo no era la primera "bronca" que mantenía con una mujer. Paquita, una mujer mayor que vive sola y cuyo dormitorio es paredaño al salón del piso donde vivía el asesino, asegura que ella lo escuchó todo, pero el "miedo" a posibles represalias le ha mantenido la boca cerrada. Esta vecina del bloque 16 sitúa el momento del crimen en la madrugada del miércoles 1 de septiembre entre las 4.00 y las 4.30 horas.

"Lo recuerdo muy bien porque no podía dormir". Separada su alcoba del escenario del crimen por un delgado tabique, Paquita escuchaba el sonido de la televisión que provenía del otro lado del cabecero de su cama. "Parecían estar viendo una película de guerra o de tiros". Según su relato, fue la mujer la que fue alzando el tono de voz en la discusión, hasta que de buenas a primeras se escuchó un "golpazo" brusco en el suelo que hizo sobresaltar al perro del asesino, que comenzó a ladrar. La víctima comenzó a chillar.

"Él, como un cuco, permanecía callado; obraba, pero no hablaba". "La mujer cada vez lloraba y chillaba más y hasta llegó a reclamar el auxilio de la guardia civil. Así hasta que ya no la volví a escuchar más".
Los siguientes sonidos que se filtraron por el tabique de su casa no fueron menos inquietantes. De la cocina del piso de Antonio G.S. provenía un golpeteo continuo. "Eran como los golpes que damos sobre la tabla de cocina al partir el pan, y acto seguido el agua de algún grifo correr. Y venga sonidos sobre la tabla y venga el agua correr". Fue entonces cuando Paquita pensó para sí que el vecino que tenía al otro lado de su habitación podría haberle hecho algo a la mujer.

El piso del presunto asesino, ubicado en el interior de una plaza de acceso privado, se encontraba ayer precintado por la Policía Científica. En su buzón no hay señas de identidad. No aparece ningún nombre en él. Sólo reza un escueto "1 A" escrito a bolígrafo. La mayoría de los vecinos de esta urbanización son antiguos moradores del barrio del Tiro de Línea que fueron realojados por el Ayuntamiento en esta manzana de pisos cuando sus viviendas fueron expropiadas para acometer la ejecución de la avenida Bueno Monreal.

Antonio G.S., sin embargo, no hacía mucho tiempo que vivía en el bloque. Algunos vecinos aseguran que la vivienda, en realidad, es propiedad de su madre, realojada "en uno de los pisos sobrantes", aunque de cuna trianera. En el barrio, que despertó ayer conmocionado por los escabrosos detalles del crimen, nadie guarda un buen recuerdo del presunto asesino.
Miguel, vecino del bloque 16, apunta que "desde el primer día en que llegó al barrio, los escándalos, los chillidos y las voces de madrugada se convirtieron en una constante". "Yo tuve problemas con él porque una madrugada le llamé la atención a causa de los ladridos del perro, que lo tenía todo el día encerrado en la terraza".

Otro vecino del mismo bloque, que prefiere permanecer en el anonimato, califica a Antonio G.S. como una persona "problemática, violenta y peligrosa". Como consecuencia de una pelea que mantuvo con él, este vecino tiene roto el quinto metatarsiano. "Estar cerca de un psicópata o de un asesino no es plato de buen gusto", de ahí que este hombre guarde un amargo recuerdo del día en que vio llorar a su esposa por los ataques de este individuo.

"Moreno, bajito, gordito". En el bar El Almirante, a escasos metros de la vivienda del presurno asesino, también le conocían de vista. "Hace dos semanas se llevó aquí todo el día jugando a las máquinas hasta que le advertí que tenía que cerrar", asegura su propietario. "Al día siguiente vino otra vez a jugar". Y Fali, su vecino del tercero, asegura que los sonidos de mujeres chillando y llorando eran habituales en su casa.

Antonio G.S. trabajaba como camarero en una cervecería de la calle Greco que ayer permanecía extrañamente cerrada "por descanso del personal". En su entorno laboral gozaba de una buena reputación, por eso ayer entre los comerciantes de esta calle del Polígono el sentimiento generalizado era de asombro y conmoción.
"Me he puesto muy malo", decía ayer Juan Carlos, propietario de la cafetería anexa al bar donde trabajaba el presuto asesino. "Fíjate si confiaba en Antonio que terminaba contrato el día 16 en la cervecería y ya tenía pensado contartarlo para que abriera mi negocio por las mañanas a partir del día 17 de septiembre".

"Nunca le hemos visto nada raro. Todo lo contrario, era una persona normal, agradable, cariñoso con los niños y de trato amable con el público", apostillaba. En los mostradores del barrio no se habla de otra cosa. ¿Antonio? "Dale voz a la televisión que van a echar las noticias"...

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