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Lluvia de dinero sobre la miseria del Polígono Sur

Un vendedor que sólo llevaba 21 días en la ONCE reparte 1,7 millones a sus vecinos.

el 27 jul 2011 / 14:51 h.

Los vendedores de cupones, con algunos de los vecinos agraciados.

Cuando toca la lotería en un barrio rico, el afortunado se esconde bajo las piedras; pero donde la miseria no se oculta, una lluvia de dinero tampoco. En el pauperizado barrio de las Tres Mil Viviendas, los gritos, abrazos y acelerones de los coches quemando rueda y subiéndose a las aceras eran ayer el saludo más normal entre quienes habían conseguido un pellizquito de los 1,7 millones de euros que el gitano de Los Verdes, Damián Pérez, repartió el martes entre sus vecinos de toda la vida. Vendió 50 billetes del número 67.803 de la ONCE entre los distintos conjuntos del barrio, porque al ser ambulante repartió mucho el premio.

Mucho más auténtica que la fingida celebración con champán que las televisiones ofrecían a los ganadores para llevar el tópico a sus programas, la llegada de los afortunados quedaba clara porque todos enseñaban ostentosamente las fotocopias de los boletos premiados, después de haber depositado en el banco los originales, con una sonrisa que no les cabía en la cara. A veces, paraban el coche sólo para hacerlo.

"Mi marido ha dormido con el cupón", explicaba Inma Arias, de la familia de Los Boba, que supo que tenía el premio cuando estaba visitando a un pariente en el hospital. Ella había comprado dos cupones y su marido otro, 105.000 euros en total. "Casi 18 millones de pesetas", resumía Inma, que aseguraba que le hacían "mucha falta" porque, de sus seis hijos, "los tres casados están parados y está la cosa muy mala". Lo primero que hizo ayer fue acercarse a la central de la ONCE, en la Macarena, para preguntar cómo ingresar el cupón.

Frente al descampado central de las Tres Mil Viviendas, Inma contaba que con el dinero se va a coger "una semanita de vacaciones", mientras a pocos metros una joven del barrio se mordía el labio, sujetando en la mano un cupón comprado ayer mismo: "¿Te imaginas que nos toca?", decía ilusionada a una amiga. Para la foto todos prefieren ponerse junto a los bloques nuevos, los ya rehabilitados por el plan integral del barrio, aunque Damián mira a los derruidos conjuntos 8 y 9, que podrían pasar por el escenario de una guerra, y sentencia: "Pues a mí me da igual aquí, yo estoy orgulloso de mi barrio".

Entre los afortunados están también varios miembros de la familia de Los Marianos, que hace dos años se hicieron tristemente conocidos porque un joven de 17 años de la familia murió al recibir un disparo perdido en un tiroteo que se produjo en el barrio, a lo que siguió un éxodo masivo de familias gitanas por temor a una venganza . "Son chatarreros, se enteraron mientras estaban recogiendo chatarra y también les va a venir muy bien", contaban sus vecinos.

A Damián, que sólo llevaba 21 días como vendedor cuando la suerte le tocó el hombro, no le llegó la fortuna al bolsillo: no se quedó con ningún número. El martes se repartió los boletos con su mujer, Silvia Armentero, que los vendió en el centro de salud de Los Amarillos. "A veces nos las vemos negras para vender, pero ese día lo habíamos repartido todo a mediodía". El hermano de Damián sí se quedó con dos cupones, y en agradecimiento ayer se llevó a sus hijos de 11 y 12 años a comprarles la Play Station 3. No sólo eso: otro vecino le ha regalado a Damián un Fiat Stilo para compartir con él el premio.

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