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"Lo de joven promesa anima, pero las palabras hay que demostrarlas"

Paula García del Valle (Sevilla, 1992) lleva ya tres cursos en la capital rusa, donde reconoce que los tres primeros meses “fueron duros”.

el 19 ene 2013 / 19:49 h.

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33 Paula García del Valle dio un recital de piano el pasado viernes en el Ateneo de Sevilla.

Hay que tener muy claro cuál es la vocación de una para con 17 años hacer la maleta e irse al conservatorio Rimsky Korsakov de San Petersburgo a intentar convertirse en una pianista de éxito. Paula García del Valle (Sevilla, 1992) lleva ya tres cursos en la capital rusa, donde reconoce que los tres primeros meses "fueron duros". "La primera impresión que te dan los rusos es que son ariscos, duros, pero una vez que los conoces te das cuenta de que son personas muy solidarias e incluso entrañables", recuerda Paula, que el pasado viernes dio un recital de piano en el Ateneo de Sevilla. Entre las piezas que interpretó, la Suite francesa número 5 en sol mayor de J.S. Bach, una sonata de Beethoven, la Rapsodia húngara de Liszt y Preludios de Chopin y Rachmaninov. La responsable de meterle a Paula el gusanillo por el piano es su madre, que con 8 años la apuntó en la Escuela Joaquín Turina. "Le gustaba el piano especialmente porque lo tocaba mi abuelo", recuerda Paula García del Valle. Quédense con este nombre porque los entendidos en la materia dicen que podemos estar ante una joven promesa.

-¿Le infunde respeto eso de que la presenten ya como una joven promesa del piano?
-No sé si lo soy. Me anima pensar que creen en mí y en mis posibilidades. En cualquier caso, se puede decir que soy una joven promesa pero eso hay que demostrarlo para cumplir con las expectativas.

-La imagen que se tiene de los rusos, por ejemplo, en el deporte es de que son extremadamente competitivos. Desde pequeños inculcan a los deportistas que tienen que ser los mejores. ¿Usted ha notado esa presión en el conservatorio?
-Hay mucha presión y mucha competitividad. Desde muy pequeños, con tan solo 3 años, los niños van a clases de piano. Pero yo no he notado que les inculquen que tienen que ser los mejores. Lo que sí les inculcan es el gusto por la música. A mí lo que me dicen en el conservatorio es que debo dar siempre lo mejor de mí misma.

-Con su familia a tantos kilómetros de distancia, ¿a qué se aferra para no perder la perspectiva en un mundo donde es fácil caer en la obsesión por el éxito?
-En la residencia de estudiantes donde vivo formamos una gran familia. Al estar todo el día relacionándonos unos con otros nos convertimos en un asidero del compañero. También está mi profesora [la pianista Nadiezhda Mijailovna Eismont, a la que se refiere en varias ocasiones a lo largo de la entrevista]... Hay personas mejores que yo y eso me da ánimos para avanzar.

-¿Cómo consiguió convencer a sus padres de que tenía que venir a estudiar a San Petersburgo?
-Con tiempo lo fui preguntando, hablándolo... Al principio, la respuesta fue un no rotundo, pero poco a poco fueron comprendiendo que se trataba de un sueño, sabían que yo estaba ligada al modelo de pedagogía rusa.

-Las diferencias con su ciudad natal, Sevilla, son muchas y muy acusadas, supongo. ¿Qué fue lo que se le hizo más cuesta arriba?
-Al principio fue muy duro. Los rusos contestan mal por todo. Por ejemplo, en el autobús, si hablas, el cobrador te empieza a gritar porque a los rusos les molesta muchísimo que se hable en los transportes públicos. Después ellos en otros ambientes son muy ruidosos...

-¿Se quedaría a vivir allí?
-A vivir no, pero sobre todo por el frío. El clima es muy duro y es por eso que la gente es difícil. Tienen mucho carácter. Después, cuando los conoces, son muy entrañables y solidarios. Ayudan a todo aquel que lo necesita.

-Usted se fue a San Petersburgo por vocación no obligada. Ahora hay cientos de jóvenes en España que tienen que irse al extranjero en busca de un empleo que no encuentran en España. Pero esto se presenta como un drama. ¿Para usted lo es?
-Es que si es por necesidad sí que es un drama, pero en mi caso yo quería irme. Los primeros tres meses fueron muy duros porque se trata de una cultura y de una gente muy diferentes. Ahora estoy feliz.

-¿Por qué San Petersburgo?
-Yo vine aquí porque quería estudiar con Nadiezhda. Además San Petersburgo es un centro cultural de primer orden y en ella he tenido acceso a conciertos, ballet, óperas y personas que de otra manera no habría conocido. Me la habían puesto como modelo y no me ha defraudado en absoluto.

-Ya consiguió su sueño de venir a San Petersburgo. ¿Cuál es la siguiente meta que se ha fijado?
-Me gustaría seguir estudiando, buscar una ciudad y un profesor con el que seguir perfeccionándome.

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