Los feriantes temen por sus negocios, con fiestas suspendidas y recintos vacíos

Atracciones, puestos de artesanía, bocadillos, buñuelos o el tiro al blanco se han visto afectados por unas ferias austeras por la falta de fondos en las arcas municipales.

el 28 ago 2010 / 18:17 h.

El penúltimo día de la feria en Umbrete pocos visitantes se animaron a pasar por las casetas.
Son las 21.15 horas, aún es algo pronto para que la gente acuda a la feria y las casetas están vacías. Los camareros y cocineros van preparando los fogones y los barriles para cuando los vecinos se animen a venir. Umbrete vive su penúltimo día de feria, un lunes de agosto. Algunos puestos ambulantes comienzan a montar el chiringuito y colocan con esmero cientos de muñequitos, pistolas y otros enseres para los más pequeños del lugar.

Los siempre deseados cacharritos están aún apagados. Todavía no han encendido sus luces de colores ni le han dado al play de la música estridente, símbolo de cualquier feria. Mañana será el último día para aprovechar la venta. Luego, a recoger y a por otro pueblo, cruzando los dedos para que haya público. Ésta es la otra cara de la feria. A decir verdad, la de todas las ferias.

La situación de precariedad económica que están viviendo los pueblos de la provincia está afectando directamente a ferias y fiestas patronales. La solución pasa por los recortes y la austeridad en la celebración de los festejos e incluso la suspensión de las fiestas, como es el caso de Palomares del Río, Aznalcóllar, Mairena del Aljarafe y Castilleja de Guzmán.

Además de no poder vivir el júbilo vecinal que supone una feria y no poder hacer caja con sus negocios, en las que aún se mantienen a duras penas, los recortes hacen estragos. Las ausencias se notan, y mucho.

Para apretarse el cinturón, la mayoría de municipios ha optado por reducir el número de casetas, como La Puebla del Río, que las redujo de 150 a 120. O la propia Umbrete, escenario de estos itinerantes, que ha prescindido de las casetas de socorro y servicios de asistencia sanitaria y bomberos en el recinto, entre otras muchas medidas. Los tradicionales fuegos artificiales o las actuaciones son otros gastos que se intentan reducir. Grupos, artistas locales e incluso vecinos, de manera totalmente altruista, conforman el cartel de las ferias de este año.

Otros municipios, como Tocina-Los Rosales, decidieron unir las festividades de los dos núcleos de población, con lo que han conseguido una gran afluencia de público que se ha manifestado en un ligero aumento de las ventas.

Aunque no sólo las fiestas patronales se han visto afectadas. Otras ferias comerciales, fuente importante de ingresos en sus localidades de origen, han tenido que suspenderse por la falta de presupuesto. Tal es el caso de la feria del Mosto del Aljarafe, en Umbrete; o la Noche Flamenca de Coria del Río.

El reloj está a punto de marcar las 22.00 y parece que la noche no remonta. Se pueden ver más luces en las atracciones, cómo las de la inmensa pista de coches locos. Y el castillo hinchable ya empieza a cobrar forma. Los precios son los mismos en todas las atracciones: 2,50 euros. Y así llevan estancados desde hace años. "Como subamos los precios, no se monta nadie", asevera Mario Marinkovich, encargado de El Dragón, que a estas horas sigue vacío.

La palabra crisis forma ya parte del vocabulario cotidiano y muchas familias tratan de salvar el día a día como pueden. Los itinerantes lo entienden. Conchi Márquez tiene un puesto de artesanía en plata. Sus piezas dan todavía más luz a esta feria, aún carente de vecinos en ella. Aunque asegura que años atrás hizo muy buenas ventas, "ahora para mucha gente la plata es un artículo de lujo. Muchas criaturas no llegan a final de mes, ¿qué pendientes se van a comprar?", explica esta comerciante.

Desde el puesto de unos deliciosos buñuelos, su encargada, Lorena Ibáñez, comprende "que hay mucha crisis, pero nosotros vivimos de esto".

Una de las alternativas de muchos vecinos es marcharse de vacaciones en la semana de la feria de su localidad. De esta manera, consiguen quitarse de ese gasto que supondría acudir a las ineludibles fiestas de sus pueblos. Los itinerantes lo saben y lo notan. A pesar de que las ferias comenzaban a ofrecer signos de flaqueza en 2009, los feriantes aseguran que el pasado año fue mejor que el presente 2010. Todos coinciden en algo: "La feria está al 50% menos de ingresos que el año pasado", repiten en el Canguro, el puesto de plata y en el castillo hinchable.
d
Demasiados gastos. Pero el descenso de vecinos a las fiestas no es el único problema al que se enfrentan estos trabajadores nómadas. Los permisos, el sitio y la factura de luz son otros obstáculos que hay que saltar por imperativo municipal. La feria en honor a San Bartolomé de Umbrete les ha dado un respiro y las tarifas que les piden por sus sitios, así como los permisos requeridos, no han variado el precio respecto al año pasado pero "la luz ha subido demasiado", afirma resignado Manuel Espino.

Manuel alberga en su sitio algo tan feriante como el tiro con escopeta. Peluches y artículos apetecibles aguardan a que alguien derribe el objetivo con el arma. El precio que les exigen para poder acudir a algunas ferias a veces es demasiado y asegura haber protestado, pero sin éxito. "Si no voy yo irá otro, u otro... Gente no les va a faltar y abusan de ello. Llevo 20 años en la feria y no tengo más remedio que entrar con lo que quieren", asevera este itinerante.

Son las 23.15 y la visión es la misma. Las casetas están medio vacías. No hay colas para los coches locos ni chavales jugando al tiro al blanco. Es una feria más tranquila, puede verse así. Mientras, los itinerantes cruzan los dedos esperando tener más suerte en la próxima.

  • 1