Cultura

“Los mánagers musicales son como tratantes de ganado”

El veterano rockero Miguel Ríos presentó en Sevilla sus memorias, ‘Cosas que siempre quise contarte’

el 07 oct 2013 / 22:00 h.

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Miguel Ríos (J. M. Espino/ Atese) Miguel Ríos (J. M. Espino/ Atese) Pocas presentaciones de libros concitan tanta atención del público como la que ofreció ayer en la biblioteca Infanta Elena, dentro del ciclo Letras Capitales, el veterano rockero granadino Miguel Ríos, que después de despedirse de los escenarios acaba de lanzar un volumen de memorias, Cosas que siempre quise contarte (Planeta). “En la vida he hecho de todo, pero es interesante presentar algo en lo que uno es un aprendiz”, se justificó el cantante ante la prensa. “Este es el libro de un tipo que quiere contar en trescintas sesenta y tantas páginas una vida de 50 años”, añadió, especificando que se trata de un viejo encargo de Planeta que solo ahora, apartado de la carretera, ha podido acometer. En el relato, Ríos hace repaso de sus comienzos, desvela algunos secretos de sus giras, cuenta cómo fueron concebidos sus discos, no escatima elogios para compañeros de profesión tan próximos como Ana Belén y Víctor Manuel, Serrat o Joaquín Sabina, pero también de los músicos que no son populares y le han acompañado durante años. Incluso concede algunos detalles de su vida privada. Como profundo conocedor del devenir de la industria discográfica, el cantante opina que “desde el 86, cuando sale el CD, las grandes discográficas son las responsables de la piratería, porque son los mismos que hacen los aparatos para copiar. Pero el gran error fue sacar en compacto obras que ya estaban amortizadas y, en vez de recrearlas, darles magia y literatura, fueron cicateros y lo han pagado”, lamentó. No obstante, lamentó que “sin la industria no se puede vivir, porque los músicos no son industriales. El sentido de una canción es conducirla hasta el final del camino para que alguien la escuche, pero ¿quién la lleva hasta allí?”. También tiene duros reproches para los empresarios o mánagers, que a su juicio son “como tratantes de ganado”, aunque reconoció tener algunos grandes amigos entre ellos. “Los artistas somos por otro lado muy egocéntricos, muy primadonnas, y a veces cuando te cabreas con el primero que lo pagas es con el mánager”, admitió Miguel Ríos. Pero si algo queda patente a lo largo y ancho del volumen, es la pasión rockera del granadino, impermeable a los éxitos y los fracasos. “He llevado bien unos y otros. Cuando tienes un éxito grande como en el Rock’n Ríos o en el Himno de la alegría, es muy difícil salir de ese torbellino, es una energía tan potente que a veces anula todo lo que viene después. Por eso me inventé tantas cosas diferentes, una big band, una gira con la Orquesta de Granada, otra con artistas virtuales, en la que solo ganó dinero el de la máquina de los hologramas [risas]. No sé si fue inseguridad, o es amor a quien se gasta la pasta en la entrada a un concierto, y a mí me da pavor que la gente salga diciendo ‘no ha estado mal, el Miguelito’”. Pionero del rock “en un país casi alérgico al rock”, Ríos subrayó su preocupación por los derroteros que están tomando en España la cultura y la educación: “Lo veo todo tan... diseñado para que sea así. Hay que recordar a los gobernantes que son nuestros servidores, que no pueden traicionar el mandato que les hemos dado. Hay una gran falta de control del ciudadano sobre el poder”, dijo. Y desde luego, no escatimó críticas para el ministro Wert y su agresiva legislación. “La Ley de Propiedad Intelectual es tan nefasta que acabará definitivamente con la cultura de este país. Si la cosa sigue así, los músicos, los actores, dejarán de ser profesionales, se convertirán en aficionados, y la simple afición no permite que el arte y la emoción sigan evolucionando”, denunció Ríos.

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