Cultura

Manzanares sigue en racha y corta un rabo en Jerez

Morante de la Puebla no se quedó atrás y logró cortar tres orejas en una tarde para la historia.

el 13 may 2011 / 20:38 h.

El diestro José María Manzanares corta oreja y rabo al cuarto de la Feria de Jerez.

Tarde para la historia la vivida ayer en Jerez, donde por una vez el dicho de corrida de expectación no fue sinónimo de decepción sino de grandeza. Manzanares , en plena cresta de su estado de gracia, dejó un recital de toreo templado y profundo premiado con las dos orejas y rabo a un gran toro de Núñez del Cuvillo de vuelta al ruedo. La respuesta de Morante vino por la rama del arte y de la raza -poniendo banderillas y clavando las rodillas en tierra- para asegurar un triunfo que no quería dejar en solitario para Manzanares.

El recibo capotero de José María Manzanares al cuarto, conjugando verónicas y chicuelinas con su sello personal, fue presagio de lo que vendría después. Con la muleta instrumentó una faena que alcanzó la máxima expresión del temple y fue a su vez poderosa aprovechando un toro bravo que tuvo mucho que torear. Toreó con la derecha con largura y ligazón y al natural aguantó Manzanares los parones del cuatreño debajo de su taleguilla, consiguiendo que se entregase. Buscó la estocada al encuentro y en los medios. Objetivo cumplido, apoteosis y vuelta al ruedo con el ganadero.Remató su labor Manzanares con un ejercicio de raza ante el áspero sexto, que le pudo prender en varias ocasiones y en el que anteriormente volvió a destacar la cuadrilla, con Curro Javier recibiendo palmas por bulerías en su brega. Le dejó la muleta dormida en el hocico por la derecha y logró series de inhabitual temple. Tras el pinchazo, estocada y oreja.

Antes se estrelló con un complicado animal para abrir su lote. Lo mejor vino en el saludo capotero y en el gran espadazo, porque en la muleta el Cuvillo se metía por dentro y derrotaba en cada viaje, a lo que sumar las molestias del viento. El alicantino expuso y le consintió más de una colada, por lo que fue ovacionado.Espoleado por el triunfo de su compañero, Morante de la Puebla salió arrebatado a por el triunfo en el quinto. Puso palos con torería y valentía, destacando un inverosímil tercer par al quiebro por los adentros sin casi sitio por donde pasar. Cogió la muleta y se tiró de rodillas desde tablas en una faena que -como la primera- tuvo cosas muy buenas pero sin rotundidad porque el toro se vino a menos.

Labor de estética antigua en alta definición bien rematada a espadas. Se desmarcó pronto en el primero Morante en el recibo por verónicas y en un posterior quite por delantales rematados ambos con sendas medias marca de la casa de las que quedan grabadas. En la muleta, el sevillano obligó e hizo humillar al animal, sobresaliendo su plástica expresión en el toreo al natural, hondo y cadencioso. Sin embargo al conunto le faltó continuidad como para redondear, quizá porque el animal se vino a menos.

En el tercero dejó alguna pincelada de arte tanto de capote como de muleta sin rematar por el descastado juego que ofreció el astado, que terminó acercándose a tablas donde acabó la labor.

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